En plena avenida Callao, en el centro del Buenos Aires, el movimiento dentro del Hotel Bauen pareciera el de una jornada normal, pero nada es igual desde el 2 de diciembre. Desde ese día se siente en silencio el temor ante una inminente expulsión forzada por parte del Estado del espacio que ha sido su fuente de trabajo autogestionado durante los últimos 16 años.
"Es una incertidumbre terrible la que estamos viviendo. El desalojo puede ser hoy a la tarde, mañana a la mañana, uno no sabe. Así que estamos acá, tratando de seguir subsistiendo y luchando", dijo a Sputnik Eva Lossada, presidenta de la cooperativa que administra el hotel desde 2003.
Actualmente, dentro del Bauen trabajan alrededor de 80 personas, entre los miembros del colectivo de trabajo que da el servicio de alojamiento y su restaurante y cafetería Utopía, así como de otras cooperativas que usan diferentes espacios del edificio como la tienda gastronómica La Dignidad, el teatro El Descubridor y las revistas Cítrica y La Garganta Poderosa.
"Yo no permitiría que ningún compañero salga lastimado. Nosotros no somos fuerza de choque, cuando cortamos la calle fue para visibilizar y que nos atiendan. Tampoco pedimos nada prestado, no pedimos subsidio ni nada, solamente que nos dejen trabajar como lo venimos haciendo durante tantos años", dijo Lossada, con ojos húmedos.
Un templo de la resiliencia
En 1997, los propietarios vendieron el hotel a un grupo inversor chileno que, según los trabajadores, no se dedicó a sacar la empresa adelante sino a vaciarla. En el año 2000, el edificio fue vendido a la empresa inmobiliaria vinculada a los dueños originales que hoy reclama la propiedad. Los compradores continuaron a cargo de la administración pero finalmente declararon la quiebra en diciembre de 2001, en pleno estallido.
¿Por qué el Bauen es un símbolo?
Los trabajadores del hotel, quienes no recibieron indemnización por despido alguno, decidieron resistir ocupando el espacio para sostener sus fuentes de trabajo, ya que muchos de ellos eran personas mayores con grandes dificultades para reinsertarse en una época como la de la peor crisis económica de la historia reciente, cuenta Lossada.
De esta forma, el Bauen se convirtió en el emblema de casi 400 fábricas que fueron recuperadas por sus trabajadores y convertidas en cooperativas después del 'argentinazo', la grave crisis económica y social que atravesó el país en 2001, a la que se refiere Lossada. A partir de ese momento, cientos de empresas que quebraron fueron ocupadas por sus empleados para no perder sus fuentes de trabajo.
En 2003, se fundó formalmente la cooperativa a partir de un acuerdo con el Gobierno porteño de entonces, pero la batalla legal recién comenzaba. La primera orden de clausura fue en 2005, que les impedía funcionar como empresa, dictamen que no fue acatado y que fue revocado un año más tarde.
"El edificio en sí sabemos que no es nuestro, siempre lo decimos, esto debe ser del Estado. Está en las manos de ellos, no en las nuestras. Hicimos todo lo que pudimos. Quedará escrito en la historia que los trabajadores quisieron hacer algo bueno. Ya presentaron otro proyecto en el Congreso y si sale positivo bienvenido sea", dijo Lossada.