La mañana del 27 de noviembre de 1989, un Boeing 727 de la aerolínea Avianca acababa de despegar del aeropuerto El Dorado de la capital colombiana, Bogotá. Minutos más tarde, una explosión hacía saltar por los aires la nave. Uno de los pasajeros había subido a ella con una bomba de explosivo plástico.
El presunto terrorista habría subido al avión con un cómplice que abandonó el Boeing justo antes del despegue. La bomba detonó en la parte trasera del avión y, según los testimonios de quienes presenciaron el atentado desde tierra, el fuego surgió por la parte derecha del fuselaje.
Dado que el portador de la bomba estaba sentado cerca del tanque principal de combustible, se produjo una segunda explosión mucho más potente que la primera. Todo ello hizo que las 107 personas a bordo —pasajeros y miembros de la tripulación— y la propia aeronave empezasen a desintegrarse en el aire. Los restos del Boeing cayeron en el municipio de Soacha, a escasos 16 kilómetros de Bogotá. Los escombros mataron a otras tres personas que se encontraban en tierra.
El salvaje atentado —que acabó cobrándose decenas de vidas inocentes— iba dirigido contra César Gaviria Trujillo, según una de las versiones. Trujillo —quien se convertiría en presidente de Colombia en 1990— fue la mano derecha de Luis Carlos Galán, el candidato a la Presidencia del país asesinado por los narcos en agosto de 1989. Trujillo evitó la muerte de milagro: debía tomar aquel vuelo, pero acabó cambiando de opinión por razones de seguridad.
Según otra de las versiones que intentan explicar el siniestro, el ataque terrorista iba dirigido contra uno de los miembros del Cartel de Medellín que había accedido a colaborar con la Policía.
Otra de estas versiones apunta a que el atentado simplemente tuvo como objetivo sembrar el terror y lanzar un ultimátum al Gobierno colombiano en la guerra que los narcos libraban contra las autoridades del país.
En el listado de víctimas de aquel brutal atentado figuran dos ciudadanos de Estados Unidos, lo que permitió a la Administración de George Bush padre intensificar la búsqueda de Pablo Escobar y de los miembros de su cartel. Y tuvieron éxito: en septiembre de 1991, las autoridades norteamericanas detuvieron al principal organizador del atentado: Dandeny Muñoz Mosquera.
Este criminal, mejor conocido como La Quica, era uno de los principales asesinos del cartel. Después de su arresto fue juzgado y condenado a 10 cadenas perpetuas. Muñoz sigue cumpliendo sentencia en una prisión de máxima seguridad en el estado de Colorado.
La época del dolor
Pablo Escobar logró construir un verdadero narcoimperio basado en el chantaje, la extorsión, los asesinatos y el terror. La época durante la cual el Cartel de Medellín estuvo más activo —entre 1984 y 1993— es una de las más trágicas de toda la historia de Colombia. Estuvo marcada por 623 atentados, todos ellos ejecutados por orden del mayor narcotraficante colombiano.
Los ataques dejaron más de 400 muertos y muchos más heridos. Los seguidores de Escobar cometieron una amplia variedad de atentados, desde explosiones en espacios públicos hasta secuestros extorsivos y asesinatos selectivos. Las ciudades del país se convirtieron, al final, en el escenario de una guerra urbana.
Dos años más tarde, los seguidores del rey del narcotráfico colombiano mataron a Guillermo Cano, el director del diario El Espectador. Y es que el trabajo de los periodistas incomodaba al cartel porque se mostraban a favor de la Ley de Extradición, que acabó siendo la peor pesadilla para los narcos. Dos coches bomba explotaron cerca de las sedes de El Colombiano y El Espectador en 1988 y 1989, respectivamente.
El año 1989 fue uno de los más sangrientos en la historia del país. En agosto, el cartel asesinó a Galán, quien en aquel momento ya era candidato a la presidencia. Su asesinato motivó al presidente Virgilio Barco publicar un decreto que permitía extraditar sin permiso de la Corte Suprema de Justicia.
Otro atentado sangriento perpetrado por el Cartel de Medellín con otro coche bomba tuvo lugar en 1991. Un automóvil con 150 kilogramos de explosivos y metralla detonó cerca de la plaza de toros La Macarena. Murieron 26 personas más de un centenar resultaron heridas.
Las explosiones de coches bomba sacudieron Bogotá varias veces en 1993 al dejar varias decenas de muertos.
Pero la ola de narcoviolencia tenía los días contados. En diciembre de 1993, Escobar fue liquidado por las Fuerzas Armadas de Colombia, lo que acabó con una época marcada por la masacre de inocentes a manos de los sicarios del Cartel de Medellín.