Un día antes de su primer aniversario, la policía francesa detuvo a más de 100 personas en las manifestaciones que los chalecos amarillos celebran durante el fin de semana de su primer aniversario.
Aunque ahora sus protestas atraen a un número reducido de seguidores, los manifestantes siguen luchando por sus causas. Inicialmente se movilizaron para protestar contra la subida de las tarifas de combustible. Tras varias semanas de disturbios en Francia, el mandatario galo introdujo el veto temporal a la subida de precios del combustible.
Sin embargo, los manifestantes no se quedaron satisfechos con esta concesión y elaboraron una lista con 25 exigencias. Sus demandas incluyeron subir el salario mínimo, aprobar una nueva reforma fiscal y que el país abandonase la UE y la OTAN.
Los datos publicados por el Ministerio del Interior de Francia revelaron que al menos 11 personas murieron y más 2.500 resultaron heridas hasta la segunda mitad de junio de 2019.
La encuesta de opinión pública realizada por la empresa Odoxa-Dentsu consulting en vísperas del aniversario señaló que un 29% de los encuestados considera que las actividades del movimiento están completamente justificadas, frente a un 13% que piensa que no lo están en absoluto. Tras un año de protestas se puede concluir que la crisis política social está lejos de finalizar. Francia conoce bien, por su historia, las consecuencias del descontento de la gente de a pie.