"Si tengo las condiciones, asumiré la Presidencia, lo haré por el país y por todos los bolivianos, pero si se decide otro camino que decidan los movimientos que llevaron adelante todo esto, también lo aceptaré", dijo la parlamentaria opositora Jeanine Áñez, segunda vicepresidenta del Senado.
Áñez saltó al primer lugar en la línea de sucesión por las renuncias del vicepresidente Álvaro García, anunciada junto con la de Morales, y de la presidenta y el primer vicepresidente del Senado, Adriana Salvatierra y Rubén Medinaceli, respectivamente, los tres del partido que salió del Gobierno.
"Es una situación sin precedentes en la que el partido derrocado tiene la clave de la solución institucional, porque otra vía de sucesión sería simplemente inconstitucional", dijo a Sputnik el analista Vicente Guardia, sociólogo del centro privado de formación e investigación política Comunidad Cívica.
Áñez dijo este 11 de noviembre desde la ciudad amazónica de Trinidad que llegaría a La Paz en cuestión de horas en procura de un acuerdo que le dé el mando del país, "solamente para dictar lo necesario para llamar a elecciones transparentes", reportó la radio católica Fides.
Pero admitió que su asunción a la Presidencia no dependía solo de un acuerdo parlamentario sino de la posición del movimiento cívico nacional, conductor de las tres semanas de protestas ciudadanas que siguieron a las elecciones del 20 de octubre, ganadas por Morales según el cómputo oficial.
"Si no tengo el acompañamiento de las personas que han llevado adelante este movimiento, yo respetaré lo que digan. Si no hay las condiciones, si no se puede, pues se verá otra vía, estoy dispuesta a ceder", dijo Áñez.
Al celebrar la caída de Morales, el líder del movimiento cívico, Luis Fernando Camacho, demandó en la tarde del 10 de noviembre la renuncia de "toda la cadena de sucesión presidencial" para dar paso a una "Junta Provisional de Gobierno" que convocaría nuevas elecciones, y llamó a continuar las protestas hasta lograr ese objetivo.

También se registraron saqueos a locales comerciales de la zona residencial de La Paz y un ataque incendiario que destruyó al menos 15 buses del servicio municipal de transporte a un estacionamiento.
Previamente, grupos opositores habían incendiado las casas de un ministro y tres gobernadores departamentales del partido de Morales.
A los paros cívicos en las mayoría de las ciudades bolivianas, que seguían parcialmente bloqueadas, este 11 de noviembre se sumó la paralización de casi todo el transporte urbano y de larga distancia, dispuesto según los dirigentes del sector —la mayoría afines a Morales— por razones de seguridad.

En La Paz tampoco funcionaba la red de teleféricos, paralizada "hasta nuevo aviso" debido a "falta de garantías y el potencial riesgo de seguridad", de acuerdo con lo que explicó la empresa estatal en un comunicado.
Casi todas las vías entre La Paz y la ciudad vecina de El Alto estaban bloqueadas, secuela de las últimas manifestaciones de vecinos alteños en respaldo a Morales, mostraron canales de televisión.
Los aeropuertos internacionales estaban operando, pero con actividad reducida por cancelaciones de vuelos decididos por las aerolíneas, informó la Dirección de Aeronáutica Civil.