"Convoco al diálogo a los partidos que han obtenido asambleístas (parlamentarios) en las ultimas elecciones nacionales, son cuatro partidos, con agenda abierta, a debatir para pacificar Bolivia", dijo Morales en una declaración a la prensa en una base militar de la ciudad vecina de El Alto.
Menos de una hora después el expresidente Carlos Mesa (2003-2005), segundo tras Morales en los comicios del 20 de octubre que originaron el conflicto, respondió en un mensaje en las redes sociales: "no tengo nada que negociar con Evo Morales y su gobierno".
El tercer candidato opositor convocado, el pastor evangélico Chi Hyun Chung, no reaccionó de inmediato, pero otros dirigentes de su Partido Demócrata Cristiano declararon estar dispuestos a acudir al llamado presidencial.
En la rápida sucesión de pronunciamientos apareció también el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Williams Kaliman, quien leyó a la prensa una declaración en la que llamó a los políticos a resolver la crisis "antes de llegar a momentos irreversibles".
Morales hizo la convocatoria mientras centenares de manifestantes opositores mantenían el control de la Plaza Murillo, la principal de La Paz y frente al antiguo Palacio de Gobierno, que estaba sin protección policial porque sus guardias se sumaron a motines policiales iniciados en varias ciudades.
La toma de la plaza por activistas opositores culminaba tres semanas de manifestaciones y bloqueos de calles convocados por Mesa en protesta contra un supuesto fraude electoral oficialista, convertidas en una insurrección contra Morales desde que comités cívicos regionales tomaron el mando de las movilizaciones.
Morales obtuvo en los comicios de octubre su tercera reelección consecutiva pero la oposición no aceptó el resultado ni una auditoría al proceso electoral que la Organización de los Estados Americanos está a punto de concluir.
El gobernante izquierdista, en el poder desde 2006, invitó también al diálogo, como observadores, a organismos internacionales, países que lo deseen y representantes de las iglesias, pidiendo particularmente la presencia de un representante del católico Papa Francisco.
"Está en marcha un golpe de Estado contra un gobierno democráticamente electo, contra los movimientos sociales, contra los trabajadores, contra los profesionales patriotas, contra los humildes, los indígenas y obreros que hemos construido la Revolución Democrática y Cultural", dijo Morales.
Atribuyó la insurrección a "grupos violentos, grupos antidemocráticos, que no respetan los resultados de las últimas elecciones nacionales y sobre todo no respetan la paz social".