En lugar de ello se topó con una bolsa de plástico y envoltorios de caramelos. Estaba a 10.927 metros de profundidad, en el punto explorado más profundo y recóndito del planeta.
En el mundo se generan cada año más de 2.000 millones de toneladas de desperdicios sólidos urbanos y se prevé un crecimiento del 70% para 2050, según el Banco Mundial. Estamos ante una realidad global que, sin embargo, se gestiona —o no— desde una perspectiva local.
La legislación europea debe ser la solución, pero...
Cada país afronta la gestión de residuos y plásticos a su manera y Europa es el lugar al que todos miran. La Comisión Europea ha protagonizado hasta el momento el paso más decidido y ejemplarizante. Bruselas pretende terminar con el usar y tirar en el viejo continente. La nueva ley prevé que se recogerá y gestionará selectivamente el 90% de las botellas de plástico para 2030, entre otras muchas medidas progresivas.
Pero casos como el de España ofrecen serias dudas de que un cambio tan drástico sea realizable. El sistema de gestión de residuos está en entredicho por activistas medioambientales, por empresas y por la propia Administración. En España, prácticamente la totalidad de los residuos urbanos los gestiona una entidad sin ánimo de lucro llamada Ecoembes. Desde el siglo pasado, se asienta así un monopolio que, para amplios sectores de la sociedad, tiene secuestrada en España la sostenibilidad.
Ecoembes: juez y parte al mismo tiempo
A primera vista, esta entidad sin ánimo de lucro se nos presenta como garante de la sostenibilidad y del reciclaje.
"Ecoembes conecta a ciudadanos, ayuntamientos y empresas para, entre todos y desde la corresponsabilidad, avanzar en el objetivo común de cuidar del medio ambiente minimizando el impacto ambiental de los residuos de envases", reza su memoria ejecutiva más reciente, a la que acudimos tras no haber sido atendidos para una entrevista en varias semanas.
Guerra de cifras
Los datos de reciclaje que encontramos son un sinsentido, dado que encontramos oscilaciones entre los casi 80% de Ecoembes por los poco más de 20% que dan otras instituciones. ¿Cálculos interesados o simples mentiras? Hay que tener en cuenta que hay varias cifras con las que se mide el reciclaje, diferencias entre el residuo recogido y posteriormente reusado o reciclado, y jugando con estos rangos, podemos retorcer las cuentas y la realidad.
Todos esos envases están fuera de sus cuentas y no es una cantidad menor, ya que, según diversos cálculos municipales, solo uno de cada tres envases acaba en el contenedor amarillo, mientras que Ecoembes analiza solo ese tercio de residuos que sí son depositados en su contenedor amarillo, no la totalidad.
"La idea del modelo de Ecoembes puede ser buena, pero tiene un defecto: no tiene una supervisión y fiscalización seria, solvente e independiente de su eficacia en reciclaje y de cómo y en qué aplica los cuantiosos fondos que recibe anualmente", profundiza José Luis Canga, del Instituto Superior del Medio Ambiente.
Un sistema lucrativo con los pesos pesados de la industria
Estamos ante una gestión de residuos basada en el SIG, un sistema que, bajo el paraguas de Ecoembes y con el beneplácito de las Administraciones, externaliza la gestión de los plásticos: de las empresas productoras la responsabilidad deriva al ciudadano, que compra el producto y debe reciclarlo en el contenedor amarillo. Del ciudadano al Ayuntamiento, que debe recoger los contenedores amarillos, y de ahí a las plantas que confeccionan los lotes de materiales, que Ecoembes vende a plantas privadas recicladoras.
La presencia de estas corporaciones tras el monopolio de los residuos es polémica, ya que los propios productores y distribuidores son los encargados del reciclaje de sus residuos. La expresión que este periodista ha oído más veces a lo largo de la realización de este reportaje es que en España tenemos al lobo cuidando el gallinero.
Responsabilidad ampliada y sobrecoste para el ciudadano
La pregunta que debe hacerse el lector es ¿cómo es posible que una entidad como Ecoembes haya copado tanto dominio para una cuestión tan trascendental a nivel social, económico y ambiental? La respuesta está en el principio de "responsabilidad ampliada del productor" que impregna la legislación española desde 1996: básicamente promulga que quienes ponen envases en el mercado, productores o distribuidores, deben pagar los costes de este futuro residuo.
"Estamos ante una empresa que, por mucho que se pinte de verde y de organización medioambiental sin ánimo de lucro, no es más que un artificio legal", declara Julio Barea, responsable de Greenpeace en la materia.
"Estas empresas hicieron cálculos y escogieron el sistema menos transparente: el SIG. Con el sistema de punto verde, Ecoembes recupera ya alrededor de 1.200 millones de euros cada año", explica.
La pregunta que nos hacemos si estamos en un mercado de materias es ¿quién se encarga de que estos materiales que no dan dinero sean verdaderamente reciclados?, ¿cómo aseguramos que la basura no rentable no es incinerada, enterrada o exportada en barcos como ha sucedido en los últimos años hasta que los países asiáticos dijeron basta?
La respuesta es siempre la misma: Ecoembes se encarga.
"Lamentablemente, muchos materiales acaban fuera del círculo del reciclaje, este sistema es un despropósito. Buena parte de los envases y contenedores que nos devuelven de Malasia están llenos de estos envases que no son rentables y nadie recicla… esto es un negocio en el que sí piensas mal acertarás: siempre tiene que haber beneficio", nos dice Barea.
El contenedor amarillo donde los españoles depositan todo tipo de envases es, por tanto, algo así como una caja negra. Una vez que el material entra, va derivando la responsabilidad de su gestión en sucesivos actores sin que haya una entidad supervisora sobre este mercado de residuos que asegure que lo que entra es reciclado.
Perversión del RRR (Reduce-Reúsa-Recicla)
Estamos ante el timo del reciclaje para gran parte de analistas y expertos en el tema. Ambientólogos como Alberto Vizcaíno tienen un rol especial en la crisis del plástico que protagoniza España. Desde su blog personal, protagoniza una cruzada contra Ecoembes. Su caso es el de un David contra Goliat.
Sostenibilidad secuestrada
La cuestión es por qué en plena oleada de conciencia global sostenible como estamos no hay otro sistema de reciclaje alternativo en España. Para Greenpeace, la razón está en el poder del lobby de presión que ejerce Ecoembes. "Están invirtiendo en publicidad, sponsor, patrocinios, jornadas, cátedras de estudio, etc… es una manera de hacer presión. Gastan 2,5 millones al mes, cifra auditada, en todo este 'greenwashing'. De esta manera engañan a las empresas y a la ciudadanía. Se trata de un monopolio brutal que se lucra desde hace años y que ni siquiera cumple con su función esencial de reciclar, mientras gasta dinero en aparentar y generar una imagen sostenible".
Guerra de basura: conflicto entre Canadá y Filipinas evidencia la grave crisis de residuos en países desarrollados https://t.co/XavCKbVPuz pic.twitter.com/7KkG1OqesZ
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) May 25, 2019
¿Y qué dicen las Administraciones ante esto? El Gobierno de España tradicionalmente ha dado por buenas las estadísticas de reciclaje, pero ahora el Ministerio para la Transición Ecológica ofrece una postura bastante revisionista del actual sistema para alivio de los ambientalistas. No obstante, todo el Gobierno español es un Ministerio en funciones, pero nos aclaran que si la coyuntura política se lo permite, la nueva política de residuos avanzará en línea con la estrategia de la UE, es decir, más economía circular y una hoja de ruta específica para los plásticos que contempla el modelo de Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno, el SDDR, un sistema alternativo al de Ecoembes.
Nueva contienda política: SIG vs SDDR
El SDDR es un sistema de reciclaje que implica la devolución por el propio ciudadano o consumidor del residuo a una máquina con algún tipo de compensación económica. Se trata de un sistema alternativo que implicaría una enorme inversión para adquirir la nueva maquinaria. Es un sistema defendido por los movimientos ambientalistas, que destacan sobre todo su gestión del residuo en proximidad y la facilidad de dar más transparencia al reciclaje.
Cambio de paradigma que afecta a todos
Más allá de las derivas de un negocio que mueve millones y que define nuestra respuesta a los retos ambientales más inmediatos, se impone una reflexión que apunta a nuestra modelo de producción y consumo.
Para el LIR, "una mejora global del sistema debe partir de que la industria de cabecera asuma su responsabilidad y los costes reales que supone la conversión a residuo de sus productos y toda la cadena de gestión necesaria para gestionarlo adecuadamente, sea esta la que sea".
Será difícil que España cumpla con las exigencias ambientales de la Comisión Europea sin ni siquiera comenzar a trabajar con estadísticas apropiadas y auditadas que confronten los datos del actual dueño y señor del reciclaje, Ecoembes. Y será imposible avanzar en sostenibilidad sin implicar a las Administraciones y al sector privado. Por ahora, la mayor presión recae en un ciudadano que consume con pocas alternativas sostenibles y cree reciclar para así, seguir simplemente consumiendo sin prejuicios.