"Algunos de los hombres más grandes y poderosos de EEUU están asustados de alguien o de algo".
(Woodrow Wilson, 1826-1924).
El reciente supuesto suicidio del multimillonario financista Jeffrey Epstein, acusado de tráfico y explotación sexual de menores, mientras estaba en una celda en observación especial, demuestra que esas cárceles son cada vez más parecidas a las del tercer mundo.
En el momento del suicidio del magnate financiero, las cámaras de vigilancia del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, en Nueva York, considerado uno de los más seguros de EEUU, estaban desconectadas. Y los guardias asignados para vigilar a Epstein cada 30 minutos olvidaron cumplir con su deber porque se quedaron dormidos. Después, según The New York Times, falsificaron el registro para encubrir la ausencia de vigilancia durante las tres horas previas al suicidio.
Todos estos hechos indican que el magnate financiero fue condenado de antemano a la muerte. Y así sucedió el pasado 6 de agosto, cuando Jeffrey Epstein fue encontrado sin vida colgado en su celda. Días antes de su deceso, otro recluso que compartía la celda con Epstein y cuyo nombre nadie en la prisión quiere revelar, fue trasladado a un lugar desconocido dejando solo al financista. La autopsia reveló que el magnate acusado de explotación sexual de menores tenía varios huesos rotos en el cuello, especialmente el hioides, que, de acuerdo con el presidente de la Asociación Nacional de Médicos Forenses, Jonathan L. Arden, se produce mayormente durante el ahorcamiento y estrangulamiento. Todo esto explica los espantosos gritos provenientes de la celda de Epstein que escucharon varios reclusos de las celdas vecinas.
A la vez, el exagente de la CIA Kevin Ship señaló que, misteriosamente, "el FBI tardó mucho en registrar los apartamentos del magnate financiero en Manhattan y su Isla de las Orgías, su residencia Little St. James, ubicada en las Islas Vírgenes pertenecientes a Estados Unidos. Allí hay mucho material comprometedor sobre gente de mucha importancia. El primero en la lista es Bill Clinton y su Fundación Clinton, que es un fraude. Bienvenido a la élite global. Bienvenido al tráfico humano, pues todo está conectado".
Kevin Ship tiene toda la razón, especialmente ahora que empiezan a salir nombres de la red de sus amigos, colaboradores, clientes de su Isla de la Pedofilia, conspiradores, asistentes nacionales e internacionales a sus fiestas en Manhattan y Palm Beach, que eran transportados en el avión de matrícula № 474AW, que Jeffrey Epstein compartía con la CIA y la DynCorp International —una de las mayores empresas privadas militares, que emplea a 26.000 personas— (Washington Examiner, 10 de agosto 2019). Por mucho que varios medios de comunicación globalizados digan que Epstein no era nadie y que lo único valioso de él eran sus contactos, la realidad de este personaje perverso es completamente diferente.
Por lo que se supo en su primer juicio, la lista de los clientes de Epstein guardada en el Pequeño Libro Negro, que registraba meticulosamente al estilo del siniestro hombre peruano Vladimiro Montesinos a todos los que visitaban su Isla Pedófila, incluye a personajes como Bill Clinton, Donald Trump, George Soros, Henry Kissinger, David Rockefeller, Evelyn de Rothschild, el príncipe Andrés de York, el premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, el exministro laborista británico Peter Mandelson, el exgobernador de Nuevo México, Bill Richardson, el multimillonario David Koch, el magnate venezolano Gustavo Cisneros, el expresidente de Colombia, Andrés Pastrana, el ex primer ministro laborista del Reino Unido, Tony Blair, el dueño de Victoria's Secret, Leslie Wexner, el exprimer ministro israelí, Ehud Barak, los periodistas Charlie Ross, George Stephanopoulos, Mike Wallace, Katie Couric y un sinnúmero de artistas incluyendo a Mick Jagger y Dustin Hoffman (Vigilant Citizen, 24 de julio 2019; CubaDebate, 12 de agosto 2019, New York Magazine, The High Society that Surrounded Jeffrey Epstein, 22 de julio 2019).
Parece que se equivocó Epstein, porque los supuestos amigos que él compraba lo vendieron también a él para poder respirar tranquilamente. Su Pequeño Libro Negro tal vez esté bien resguardado y posiblemente aparecerá dentro de unos 50 años. No cabe duda de que la Madame de Epstein, de nacionalidad francesa norteamericana Ghislaine Maxwell, quien administraba su negocio, buscaba e instruía a las ambiciosas muchachas que aspiraban a ser ricas o simplemente las engañaba, sabía de este secreto, pues era hija y heredera de Robert Maxwell, el exdueño de uno de los periódicos más leídos en los años 80, el Daily Mirror británico.
Mientras tanto, la lista de las personas muertas misteriosamente relacionadas con el caso del prisionero 765318-054 del Centro Correccional de Manhattan, Jeffrey Epstein, seguirá aumentando. Por de pronto murió el juez federal de la Corte del Distrito de Manhattan, quien supervisaba el caso de Jeffrey Epstein en 2008 relacionado con la violación de la adolescente Virginia Roberts. Este juez permitió que Epstein fuera sentenciado en vez de 30 años a 18 meses de cárcel. En aquel entonces, su abogado, Alexander Acosta, ayudó a Epstein a esconder sus crímenes, pero hace poco Acosta tuvo que renunciar a su cargo como secretario de Trabajo en el Gobierno de Donald Trump.
En una reciente declaración a la revista estadounidense New York Magazine, el guardaespaldas, chofer y entrenador ruso de Epstein, Igor Zinoviev, declaró que "se avecinan grandes problemas" por la reciente divulgación de documentos que involucran a personas poderosas ligadas a los abusos. No obstante, el mismo guardaespaldas debe de estar asustado, pues conoce mucho sobre Epstein y sus amigos. Los abogados de Epstein, Jeffrey Schantz y Darren Indyke, tuvieron que contratar a un abogado especialista en defensa criminal para su protección. No obstante, nadie sabe a quiénes seleccionará el sistema norteamericano como próximas víctimas del caso de Epstein. La realidad supera a la ficción.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK