"No pierdo la esperanza, no tiro la toalla, creo que los españoles no se merecen volver a las elecciones", dijo Pedro Sánchez tras realizar el tradicional despacho veraniego del presidente del Gobierno con el Rey en Palma de Mallorca.
Prácticamente todos los agentes sociales y partidos políticos —independientemente de su ideología— coinciden en señalar como indeseable la posibilidad de unas nuevas elecciones.
Sin embargo, la situación sigue encallada y no hay visos de desbloqueo a corto plazo.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Pedro Sánchez fue el claro vencedor en las elecciones del pasado mes de abril: los socialdemócratas consiguieron el 28,6% de los votos y 123 de los 350 escaños que componen el Congreso de los Diputados.
La composición del Congreso la completan una amalgama de partidos regionalistas e independentistas: Esquerra Republicana de Cataluña (15), Junts Per Catalunya (7), Partido Nacionalista Vasco (6), EH Bildu (4), Coalición Canaria (2), Navarra Suma (2), Compromís (1) y Partido Regionalista Cántabro (1).
En base a estos resultados, el Rey de España encargó a Pedro Sánchez la tarea de someterse a una sesión de investidura que finalmente resultó fallida.
El fracaso en la investidura de Sánchez puso en marcha la cuenta atrás para una repetición electoral: si el Congreso no inviste a un nuevo presidente del Gobierno antes del 23 de septiembre, los españoles deberán volver a votar.
¿Por qué no hay acuerdo?
La actual situación de bloqueo político en España tiene causas diversas, pero los expertos coinciden en señalar dos factores principales: la falta de una cultura política pactista y la implosión del sistema de partidos en 2015, con la irrupción de fuerzas como Unidas Podemos o Ciudadanos, que pusieron fin al dominio bipartidista de PP y PSOE.
"En la época dorada del bipartidismo, PP y PSOE acumulaban entre el 80 y el 90% de los votos de los españoles, y eso ahora no llega ni al 50%", recuerda en conversación con Sputnik el politólogo Carlos Fernández Esquer, investigador en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid.
Los 100 días de Gobierno en funciones de Pedro Sánchez aún están lejos de alcanzar los 316 que pasó en situación de interinidad el expresidente conservador Mariano Rajoy entre 2015 y 2016.
En diciembre de 2015 los españoles fueron llamados a las urnas. El Partido Popular de Mariano Rajoy fue la formación más votada pero, tal y como le ocurre ahora a Sánchez, no contaba con los apoyos necesarios para ser investido por Congreso de los Diputados.
Como ningún otro candidato consiguió los apoyos necesarios —Sánchez lo intentó sin éxito—, se procedió a una repetición electoral en junio de 2016. En esos segundos comicios Rajoy aumentó su ventaja y finalmente fue investido presidente, aunque para ello necesitó el apoyo del PSOE, que vivió la mayor crisis interna de su historia y se deshizo —aunque solo temporalmente— del liderazgo Pedro Sánchez para desbloquear la situación.
Sin embargo, esto duró sólo por nueve meses, ya que Sánchez se vio obligado a convocar elecciones —lo que nos lleva a los comicios de abril de 2019— después de que el Congreso de los Diputados rechazara su proyecto de presupuestos.
Uno de los mayores ejemplos de la situación de inestabilidad que vive la política española es que, a día de hoy, la administración funciona con los Presupuestos Generales de 2017, presentados por el Gobierno de Mariano Rajoy y prorrogados después por Sánchez.
Es decir, los partidos políticos españoles no sólo no se ponen de acuerdo para formar Gobierno, sino que tampoco encuentran puntos de encuentro a la hora de aprobar leyes relevantes.
"Tras la implosión del sistema de partidos en 2015 entramos en una fase que algunos teóricos ya están llamando de bipolarismo fragmentado", señala Carlos Fernández Esquer.
El término bipolarismo —prosigue el politólogo— hace referencia a la existencia de dos bloques políticos (izquierda y derecha) muy polarizados entre sí, hasta el punto de que formaciones de centro-derecha como Ciudadanos se niegan a pactar con el centro-izquierda del PSOE.
Esto se debe —concluye Fernández Esquer— a que el discurso político en España está cada vez "más polarizado" y a que el voto es cada vez "más volátil", por lo que los partidos prefieren enrocarse en sus posiciones a participar en negociaciones por el miedo a que el electorado identifique cualquier tipo de cesión para llegar a acuerdos con otras partes como un síntoma de debilidad.
Cultura de pacto
Más allá de la implosión del sistema de partidos, los expertos señalan a la existencia de una falta de cultura de pacto como una de las principales causas del bloqueo en España.
"El "mismatch" entre el sistema de partidos, convertido ahora en multipartidista, y la gobernabilidad tiene que ver con la manera de hacer política, los políticos deben darse cuenta de que esta pluralidad es la que pide el pueblo", señala Ernesto Pascual, politólogo de la Univesitat Oberta de Catalunya (UOC).
En ese sentido, Ernesto Pascual subraya como otro síntoma de esa falta de cultura pactista que las negociaciones entre PSOE y UP para la investidura se desarrollaron en apenas 48 horas, después del primer rechazo del Congreso a Sánchez.
"En Alemania llevó tres meses hacer un programa de Gobierno. No es serio intentar hacerlo en 48 horas", apunta Pascual.
¿Y ahora qué?
Tras el fracaso de su investidura, Pedro Sánchez se encuentra realizando una ronda de consultas con agentes sociales antes de volver a contactar con los partidos políticos en búsqueda de apoyos a una eventual nueva nominación para la investidura.
El desarrollo de los hechos tras la investidura fallida de julio no es demasiado halagüeña para el líder socialista.
Tras el fracaso de las negociaciones con Unidas Podemos, Sánchez dice que existe desconfianza entre ambas partes y descarta la búsqueda de un Gobierno de coalición con fuerzas de izquierda, lo que choca con las intenciones de dicha formación.
Mientras tanto, Sánchez sigue pidiendo la abstención a las fuerzas de la derecha, que no sólo insisten en su rechazo al candidato socialista, sino que en los últimos días incluso llegaron a especular con la postulación de un candidato alternativo con el apoyo de conservadores y liberales.

Sin embargo, los expertos se muestran escépticos sobre esta opción: la victoria del PSOE en abril se sustentó en una gran participación (71%), motivada en parte por el miedo al auge de la formación ultraderechista Vox.
"Hubo mucha participación por ese miedo a la ultraderecha, que va a desaparecer en las próximas elecciones porque ya sabemos cuál es la fuerza real de Vox, menor a la que pronosticaban las encuestas", señala Fernández Esquer.
Si se repitieran las elecciones en noviembre estaríamos ante los cuartos comicios generales en los últimos cuatro años en España.
Además, se trataría de la tercera gran cita electoral en España en 2019 tras los comicios generales de abril y las elecciones locales y europeas de mayo.
A modo de resumen, Carlos Esquer concluye que, si Pedro Sánchez quiere formar Gobierno, su mejor apuesta es buscar un pacto similar al que intentó con Unidas Podemos en julio, porque de no hacerlo, por mucho que ahora las encuestas le sean favorables, puede acabar siendo visto como el culpable del bloqueo y encontrarse con "una repetición electoral en un contexto perjudicial para la izquierda".