Las relaciones entre Moscú y Occidente sufrieron un profundo deterioro tras la reincorporación de Crimea a Rusia en marzo de 2014 y por el conflicto armado interno en el este de Ucrania que estalló aquel mismo año.
La lista de alimentos restringidos incluye los cárnicos, los lácteos, las aves de corral, las frutas, frutos secos, pescado, mariscos y muchos otros productos de la UE, EEUU, Canadá, Australia y Noruega.
Posteriormente de esa lista negra fueron eliminados algunos productos que Rusia por el momento no puede sustituir por mercancías nacionales, tales como las semillas para la siembra, alevines de salmón y trucha del Atlántico (smolt), suplementos dietéticos, complejos de vitaminas y minerales, aditivos aromatizantes, concentrados de proteínas y sus mezclas, fibra dietética, aditivos alimentarios, leche sin lactosa y productos lácteos.
La carne y las verduras destinadas para la producción de alimentos para bebés también fueron excluidos del embargo.
El 29 de julio de 2015 el líder ruso firmó un decreto que entró en vigor el 6 de agosto del mismo año, el cual obligaba a eliminar todas las mercancías de la lista negra aprobada el año anterior que entraran de manera ilegal en el país.
Ese mismo mes, el día 13, Rusia amplió el embargo agroalimentario, incluyendo a Albania, Montenegro, Islandia, Liechtenstein y Ucrania, pero el veto contra este último país fue aplazado temporalmente, pues entraría en vigor solo en caso de que Kiev implementara la parte económica de su acuerdo de asociación con Bruselas.
Cuando Ucrania se unió a las sanciones contra Rusia de EEUU y la UE, Moscú publicó un decreto que hacía vigentes las restricciones agroalimentarias en contra de Kiev, que comenzó a aplicarse el 1 de enero de 2016.
En junio de 2019 las medidas económicas restrictivas rusas contra los países que mantenían sanciones en su contra fueron prolongadas hasta el 31 de diciembre de 2020.
Los expertos estiman que la primera ola del embargo agroalimentario, de 2014, resultó ser la más ambiciosa, ya que el volumen de importaciones a Rusia cayó en unos de 9.100 millones de dólares (según las cifras de 2013).
Tras la ampliación de la lista de países restringidos en 2015, Rusia dejó de recibir alimentos por un monto de unos 241 millones de dólares (en comparación con las cifras de 2014).
Un informe del Parlamento Europeo publicado en 2017 aseguró que el veto agroalimentario ruso afectó en 2014 mercancías de la UE por un valor de unos 7.300 millones de dólares, en comparación con el 2013, lo que representó un 47% de toda la exportación de ese tipo de productos de la UE a Rusia.
El relator Especial sobre los Derechos Humanos de la ONU, Idriss Jazairy, destacó en marzo de 2019 que las pérdidas de la UE ocasionadas por las restricciones superaron el daño que las sanciones causaron a Rusia.
Las empresas rusas que se dedicaban a la importación agroindustrial comenzaron a cooperar con productores de la CEI, de América Latina, Asia y África, gracias a lo cual se logró equilibrar el surtido de los supermercados y estabilizar el mercado interno.
La situación de los productores nacionales agrícolas rusos dentro del mercado nacional mejoró considerablemente en los últimos años, pues el Estado comenzó una campaña de apoyo a los complejos agroindustriales y a los granjeros.
Los productores rusos ampliaron su presencia en la venta interna de cárnicos, lácteos, quesos, frutas y verduras.
Según The Financial Times, si bien Rusia en 2013 importaba un 35% de los alimentos que consumía, en 2018 esa cifra no superaba el 20%
Rusia desarrolló un programa que permitió eliminar por completo la importación de carne porcina y de pollo, sustituidos por mercancías de producción nacional.
El embargo agroindustrial impulsó además el desarrollo de una agricultura nacional orientada a la exportación, en particular, en la esfera de granos y trigo.
En 2018 Rusia exportó al extranjero productos agrícolas por casi 26.000 millones de dólares, y se convirtió en el primer exportador de trigo a nivel mundial.
La cosecha de granos del año pasado alcanzó más de 113.000 millones de toneladas, superando los récords alcanzados durante cinco años consecutivos, y las ventas de cereales al extranjero se situaron en 54,8 millones de toneladas.
Por otra parte, el Servicio Federal de Control Veterinario y Fitosanitario ruso (Rosseljoznadzor) asegura que al país siguen entrando de contrabando alimentos de los países vetados, ante todo, a través de Bielorrusia, pero también se han registrado suministros ilegales provenientes de Kazajistán.
La entidad indica que, para el 1 de abril de 2019, en Rusia fueron detenidas unas 27.902 toneladas de alimentos de la lista negra (unas 26.746 toneladas de productos de origen vegetal y unas 1.156 toneladas de mercancías de origen animal).