EEUU y la UE aplicaron sanciones en 2014 contra algunas personas y empresas rusas e incluso contra varios sectores de la economía del país.
Como consecuencia, la producción de frutas, verduras, quesos, carne y productos lácteos aumentó considerablemente durante los cuatro años. Según los cálculos del Financial Times, en 2013 Rusia importaba un 35% de los alimentos, mientras que ahora la cifra se redujo hasta un 20%.
Los productores de carne de ave y de cerdo fueron los primeros en reaccionar a la nueva situación. Durante el primer año del embargo alimentario, la producción de carne de ave aumentó alrededor del 10% y sigue mejorando su índice hasta ahora.
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En cuanto a la producción de carne de cerdo, este sector obtuvo un total de 200.000 millones de rublos —3.140 millones de dólares— de inversiones. Se prevé que en 2018 la inversión en ganado porcino aumente un 12-13%.
Debido a su buena calidad y precio asequible, los cereales rusos van conquistando cada vez mayor mercado. Así, en otoño del 2017, Washington se vio obligado a cerrar la oficina comercial de la Asociación del Trigo de EEUU en Egipto debido a la caída de los precios de este cereal en el país norteamericano, propiciada por la cosecha récord de cereales en Rusia.
En total, actualmente Rusia suministra trigo a 143 países, mientras que tanto EEUU como Europa se encuentran con una seria competencia.
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Los éxitos del sector agrícola favorecen al desarrollo económico del país y satisfacen a las necesidades de los consumidores. Es decir, los granjeros se esfuerzan para que la población pueda disfrutar de los productos que anteriormente se importaban de otros países.
"Una vez impuestas las sanciones, nos resulta más fácil promover y vender nuestros productos. La política de sustitución de importaciones permitió que aumentáramos nuestra presencia en las tiendas, puesto que los competidores extranjeros abandonaron el mercado", contó a Sputnik Alexandr Stártsev, jefe de marketing de la compañía Umalat, uno de los principales productores de quesos rusos.
La situación del sector agrícola sirvió de ejemplo para otros ámbitos industriales que también empezaron a aplicar una política de sustitución de importaciones.
"Las sanciones occidentales mostraron a Rusia que no se debe contar solamente con la tecnología ajena, ya que se puede perder en cualquier momento", indicó el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.
El diplomático agregó que Rusia saludaría el levantamiento de sanciones, pero de todas maneras puede aprovechar la oportunidad de desarrollar su propia industria.
En efecto, Polonia perdió 1.100 millones de dólares, Austria, 852 millones y Países Bajos, 794 millones. Además, las medidas recíprocas occidentales privaron a Europa de alrededor de 400.000 puestos de trabajo. A este respecto, varias fuerzas políticas europeas abogan por el levantamiento de las sanciones.
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Pese a ello, el 5 de julio, la UE prorrogó las medidas restrictivas por un plazo de seis meses. Por su parte, el mandatario ruso, Vladímir Putin, prolongó el embargo alimentario hasta finales del 2019.
El jefe de marketing de la compañía Umalat concluyó que si la mercancía extranjera vuelve al mercado ruso, de todas maneras se enfrentará con una fuerte competencia de los alimentos locales, que ahora mismo llenan las tiendas.
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