El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, proclamó el resultado visiblemente emocionado, después de pedir que sirviera para abrir una fase de "diálogo y concordia" con el Gobierno.
El resultado constituye una clara victoria para el Ejecutivo de Bolsonaro, ya que el texto salió adelante con un amplio margen; el mínimo exigido era 308 votos (dos tercios del total de diputados).
Después de esta votación en el plenario de la Cámara los diputados podrán agregar modificaciones y luego se votará de nuevo; una vez aprobada en la Cámara por segunda vez el Senado también tendrá que dar su visto bueno.
La reforma establece por primera vez una edad mínima de jubilación: 62 años para las mujeres y 65 para los hombres.
Algunos sectores, como profesores, policías y agentes penitenciarios, tendrán reglas diferentes.
La reforma, al contrario de lo que quería el Gobierno, no afectará a los funcionarios de los 27 estados brasileños y sus municipios, lo que supondrá un ahorro menor de lo esperado inicialmente.
La última versión del texto base redujo la previsión de ahorro para los cofres públicos con la reforma a 990.000 millones de reales en 10 años, según cálculos del secretario especial de las Pensiones y el Trabajo del Gobierno, Rogério Marinho.
Diputados de la oposición mostraron pancartas con el lema "Fin de las pensiones", mientras aliados del Gobierno ondeaban banderas de Brasil en señal de apoyo a la reforma.
Las puertas del anexo de la Cámara de Diputados tuvieron que cerrarse después de que una concentración formada por 300 personas contrarias a la reforma intentara acceder por la fuerza al edificio, según informaciones de la Policía Militar del Distrito Federal.