Nordelta se promociona a sí mismo con un vídeo en el que aparecen los lagos del lugar y los yates que los recorren, ciclovías y calles con un asfaltado perfecto, adolescentes y mujeres jugando al tenis y hombres al golf, niños sentados en un banco de una plaza sin adultos alrededor, un helipuerto, centros médicos, colegios, shoppings, bares, supermercados con frutas lustrosas y carritos llenos.
Hoy hay casi 50.000 personas de clase media alta y alta que eligieron "vivir muy bien". El complejo enrejado de 16 kilómetros cuadrados fue desarrollado por el empresario inmobiliario Eduardo Costantini en la década de 1990 —en el albor de las políticas neoliberales de Carlos Saúl Menem—, y empezó a ser habitado en el año 2000.
Ellos tienen su propia bandera.
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Los nordelteños anhelan "desprenderse o desconectarse" del resto de la sociedad, dijo Greene a Sputnik. Quieren tener una relación "funcional y limitada" con quienes no viven allí. "Hay una voluntad muy poderosa de construir al Nordelta como un espacio autónomo"; en esa intención es donde el sociólogo identificó la necesidad de construir una "ciudadanía legítima frente a un otro amenazante".
"Me parece interesante ver al country como un eslabón más de una larga cadena que viene desde la construcción de la República, y si se quiere desde antes, desde la conquista española, y quizá desde antes también", dijo Greene a Sputnik.
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Esa "cadena" refiere a "cómo construimos la idea de una raza legitima (…), una ciudadanía apropiada, que se va constituyendo siempre en contraposición, desmedro y exclusión de un otro, que se va redefiniendo también, pero es siempre más o menos parecido", explicó.
"No es simplemente que quieran separarse del resto y que sean unos egoístas, racistas discriminatorios y que no les importe nada del mundo. [La voluntad separatista] tiene que ver con cómo se configuró la manera en que ellos ven cuál es la vida apropiada, la buena vida", aclaró Greene.
En el siglo XIX y XX la élite consideraba que "vivir muy bien" implicaba "jugársela en la esfera social, pública, en hacer avanzar al país, desarrollarlo, comprometerse", ahora no.
Sin embargo, a pesar del anhelo autonomista de Nordelta, el megabarrio es "constantemente atravesado, permeado por personas, información, recursos, microbios", y protestas en las rutas.
El 5 de abril Nordelta ocupó los titulares de los medios argentinos: lo hermético, era perforable. El Ministerio de Seguridad argentino informó que sus fuerzas capturaron a una banda de narcos que vivían y vendían droga en el country. Este episodio no fue el primero de su tipo, en 2015 ya se había bautizado al complejo como "Narcodelta".
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Las casi 10.000 personas que no habitan Nordelta pero entran y salen diariamente del lugar por trabajo, ahora tienen una opción más de traslado que la ofrecida por Mary Go, la única compañía de transporte colectivo que estaba autorizada para ingresar al predio.
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La medida municipal se da en un contexto muy particular: a fines de 2018 quedó al descubierto la precaria situación laboral en la que se encuentran las empleadas domésticas que trabajan en las casas de los ricos que viven en Nordelta, y los malos tratos que sufren. Mary Go y la Asociación Vecinal de Nordelta (AVN) enfrentan denuncias por discriminación.
Para llevar adelante su tesis doctoral sobre el fenómeno de los barrios privados en Argentina, Greene interactuó con habitantes del barrio privado, así como con los trabajadores que día a día 'perforaban' las fronteras. Debió ganarse de a poco su confianza. En el proceso, fue testigo de cómo los vecinos pedían a los choferes que no pararan, de cómo ocupaban los asientos vacíos con bolsos, y hasta los escuchó quejarse de que las empleadas tenían mal olor y hablaban mucho.
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"Es un paso muy importante en la integración y cohesión de todos los vecinos de Tigre", dijo Julio Zamora, intendente de Tigre, a La Nación. La AVN aseguró que "se continúa trabajando incesantemente para garantizar un transporte seguro y accesible a todos los que habitan y visitan Nordelta, tal y como lo señalamos desde un primer momento".