El reinado de cada emperador o "gengo" recibe una denominación que es usada junto al calendario occidental para marcar los años. El "gengo" —que debe cumplir cuatro reglas: contener dos caracteres chinos ("kanji"), ser fácil de leer, fácil de escribir y no repetir el primer carácter de las últimas cuatro eras— aparece en las monedas, periódicos, carnés de conducir y en el papeleo oficial. Tocaba buscar un nuevo lema pues el Gobierno de Tokio confirmó en diciembre de 2017 que Akihito, de 85 años, abdicaría en abril de 2019 por razones de edad, entregando su autoridad a su hijo, el príncipe heredero Naruhito. Ese es otro hecho muy poco común para el Trono del Crisantemo pues será la primera vez que algo así ocurra en más de dos siglos.
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Finalmente, tras varios meses de reflexión y debates en el más absoluto de los secretos, un comité formado por expertos, dirigentes políticos y personalidades de distinto origen como, por ejemplo, el doctor Shinya Yamanaka, premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre las células madre, llegó a una conclusión definitiva. La nueva era imperial nipona, que arranca el próximo 1 de mayo, se llamará "Reiwa". El vocablo está formado por los sinogramas "Rei" y "Wa". "Rei" puede significar tanto 'orden' como 'auspicioso'. "Wa" suele significar 'armonía' y es usado en la palabra japonesa "Hei Wa" que se traduce como 'paz'. Así pues tendríamos 'Orden y armonía' o 'Armonía auspiciosa'.
El anuncio se hizo con un mes de antelación para que todas las oficinas gubernamentales y compañías del país puedan actualizar el software de sus ordenadores y prepararse con tiempo para la transición antes de que se lleve a cabo el cambio. Tokio ya informó de que establecerá un largo periodo festivo entre el 27 de abril y el 7 de mayo para minimizar los efectos de esa transición, pero un posible desconcierto parece garantizado.
Militarismo marca Abe
La elección generó una confusión semántica pues el primer carácter elegido, "Rei", se entiende más como 'orden' en Japón y tiene claras connotaciones autoritarias, lo que desató interpretaciones militaristas, sobre todo teniendo en cuenta que la decisión final pasaba por el Gobierno y el Parlamento y que el primer ministro, el conservador Shinzo Abe, se ha caracterizado por cortejar a las Fuerzas Armadas japonesas.
Tras regresar al poder en 2012 —ya fue primer ministro en 2007, pero apenas un año—, Abe tomó una firme posición ante Pekín a propósito de las reclamaciones territoriales japonesas sobre un puñado de islas que se encuentran en el mar de la China Meridional. Recientemente moderó un poco su narrativa e incluso llegó a visitar al presidente chino, Xi Jinping, a finales del año pasado, para intentar normalizar las relaciones, pero su actual ministro de Defensa, Takeshi Iwaya, se encarga de mantener la línea dura con sus vecinos continentales.
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Como parte de un ritual milimétricamente estudiado y ensayado, el secretario jefe del Gabinete, Yoshihide Suga, anunció el esperado nombre de la nueva era imperial, mostrando al público una tabla con los dos ideogramas bellamente caligrafiados a mano con tinta "sumi", hecha de carbón vegetal, sobre papel "shikishi", especial para actos ceremoniales.
El Manyoshu o 'Colección de las 10.000 hojas' simboliza "la profunda cultura pública y la larga tradición" de Japón, dijo Abe al explicar a sus conciudadanos las razones de la selección.
"Nuestra nación se enfrenta a un punto de inflexión, pero hay muchos valores japoneses que no deberían desaparecer", añadió el primer ministro en tono patriota.
Sólo ha habido cuatro eras imperiales en la historia moderna japonesa. La actual del emperador Akihito se llama Heisei o 'Consiguiendo la Paz', ha cumplido ya su año 31, y fue precedida de la era Showa (1926-1989), del emperador Hirohito, que puede traducirse como 'Armonía iluminada'. Antes de ellas dos, discurrieron la era Taisho (1912-1926) o 'Gran Rectitud' y la era Meiji (1868-1912) o 'Gobierno iluminado' en español. Este último periodo es probablemente el más conocido en Occidente, porque puso fin a un periodo de aislacionismo secular y abrió paso a la fulgurante revolución industrial japonesa.
Aunque todavía es ampliamente usado, el calendario "gengo" está perdiendo mucha popularidad en Japón a medida que el país se abre a la influencia de la globalización. Así, según una encuesta recientemente publicada por el periódico Mainichi, sólo un tercio de la población japonesa usa este sistema tradicional comparado con el 82% que lo hacía en 1975.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK