El caso de Celiberti, militante social y política, y el de su esposo, el también uruguayo Universindo Rodríguez, se hizo conocido por convertirse en una prueba de la coordinación represiva entre las dictaduras de Brasil y Uruguay y por constituir un revés para ambas fuerzas militares.
La larga transición que vivió la dictadura brasileña provocó, según Celiberti, "impunidad". De hecho, Brasil se diferencia de otros países de la región por no haber logrado llevar a juicio a los principales responsables de las violaciones a los derechos humanos.
"Lo que justifica el momento político de hoy es la impunidad atroz, el silenciamiento de las víctimas y haber borrado las marcas más terribles de la dictadura", reflexionó Celiberti.
La militante identificó además que existe una "desinformación brutal" en las generaciones más jóvenes, que se suma a un contexto de "crisis del capitalismo, crecimiento del crimen organizado y crímenes ambientales".
Para Celiberti, el propio Jair Bolsonaro es un paradigma de esa 'desmemoria' porque "fue él quien saludó al torturador de Dilma Rousseff durante su 'impeachment'". Lejos de obtener una condena social por su actitud, acabó siendo electo presidente en la elección siguiente.
La activista uruguaya reflexionó acerca de la diferencia entre la actualidad y otros momentos en los que, incluso desde la 'derecha' se rechazaba la tortura. "Parecía que eso era un consenso muy amplio y ahora nos damos cuenta de que en realidad hay una cuestión vengativa y una política del odio que ataca al humanismo y a los Derechos Humanos más universales", apuntó.
"El secuestro de los uruguayos"
Celiberti y Rodríguez se instalaron junto a sus pequeños hijos en un departamento del barrio Menino Deus, en la ciudad de Porto Alegre. Provenían de Montevideo, de donde habían escapado tras ser perseguidos por su participación política en el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP).
Desde su casa en Porto Alegre la pareja impulsaba una campaña para difundir en Brasil y en Uruguay la detención ilegal de militantes políticos uruguayos en Argentina.
Horas antes del 12 de noviembre de 1978, la detención de algunos integrantes del PVP en Montevideo había permitido a las Fuerzas Armadas uruguayas descubrir que había más miembros ocultos en Brasil. Así, los militares uruguayos hicieron gestiones con sus pares brasileños para adentrarse en su territorio.
Celiberti y su marido fueron detenidos en un operativo conjunto entre militares uruguayos y efectivos del Departamento de Orden Político y Social (DOPS) brasileño. Los agentes uruguayos se aprestaban a trasladarlos directamente hacia Montevideo cuando Celiberti tuvo una idea que les salvaría la vida.
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"Fue una estrategia que pensé en el momento. Lo único que tenía claro era que de alguna manera tenía que comprometer más a Brasil en el secuestro porque había un contexto político de fuerzas sociales impulsando un cambio y que podían asumir el tema", recordó.
La uruguaya estuvo casi una semana secuestrada por agentes uruguayos y del DOPS. Durante ese tiempo, los militares interceptaron un telegrama de sus compañeros y la obligaron a comunicarse telefónicamente con más militantes.
Celiberti llamó entonces a correligionarios exiliados en París, a quienes transmite un 'mensaje cifrado' solicitando que contacten periodistas y los envíen a su casa ese viernes, día en realizaría la presunta reunión con otros prófugos.
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Así se presentaron en el lugar el periodista Luis Claudio y el fotógrafo Juan Scalco. Los agentes los recibieron y los mantuvieron detenidos un tiempo hasta que los dejaron ir. La presencia de los periodistas fue fundamental para que los agentes mantuvieran con vida a los detenidos uruguayos.