"Creo que Occidente ha hecho y seguirá haciendo lo posible por impedirlo", declaró Lavrov en una entrevista con el canal NTV.
"Veremos en función de los resultados qué se puede hacer para que el crimen no quede impune. Voy a repetir, no veo prácticamente ningún chance de que las instancias internacionales, en las que Occidente mantiene presencia y su voz cuenta, se animen a ello. Harán todo por evitarlo", afirmó.
Para Lavrov, la operación de la OTAN fue "una burda violación de todos los principios del derecho humanitario internacional, porque se bombardearon objetivos estrictamente civiles".
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A modo de ejemplo, el ministro mencionó los ataques aéreos aliados contra un tren de pasajeros o contra la sede la televisión.
Para el jefe de la diplomacia rusa, Occidente no ha aprendido nada de aquellos bombardeos.
"Si sacó alguna lección, fue negativa porque a los pocos años, en 2003, decidió invadir Irak bajo el pretexto de que tenía armas químicas y biológicas", señaló.
El reconocimiento de la secesión de Kosovo por parte de Occidente, en opinión de Lavrov, fue "un intento de justificar la agresión propia contra Yugoslavia, pues no había motivo alguno para interrumpir el proceso de negociaciones que Belgrado y Pristina mantenían bajo los auspicios de la ONU.
Las leyes y los esfuerzos internacionales también se vieron torpedeados en 2011, cuando la OTAN agredió a Libia tergiversando de forma burda las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, opinó el canciller ruso.
"También en este caso el país ha quedado en ruinas, como Irak, sin que se pueda recomponer hasta ahora, porque los problemas abundan", dijo Lavrov.
El resultado de esta política aventurera, concluyó, son los brotes del terrorismo internacional, la delincuencia organizada, el narcotráfico y la migración ilegal.
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Por su parte Rusia hizo todo lo posible para frenar el bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN en 1999, declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
"En cuanto a las posibilidades de prevenir la catástrofe, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance", dijo Lavrov.
Según el ministro, en gran parte gracias a los esfuerzos de Rusia, se instituyó una misión de la OSCE, que se desplegó en Kosovo y las áreas circundantes.
"EEUU intentó formalizar este ultimátum como una demanda de toda la comunidad internacional, no permitimos que la conferencia de Rambouillet se usara para este propósito y defendimos las normas del derecho internacional que exigían una solución pacífica de cualquier disputa. Por supuesto, EEUU siguió con su ultimátum, en el Consejo de Seguridad de la ONU", agregó.
Asimismo Estados Unidos podría estar detrás de la posición inaceptable de Kosovo en las negociaciones con Serbia para normalizar sus relaciones, estimó el ministro ruso de Exteriores.
"Es bastante probable que Washington esté detrás de los pasos inaceptables de Pristina", dijo Lavrov a la cadena televisiva NTV.
El Parlamento de Kosovo aprobó el 7 de marzo los principios de negociación con Serbia que prohíben cualquier cambio de fronteras y exigen el reconocimiento incondicional de la república autoproclamada.
Lavrov cuestionó también el silencio de Europa, de la que dijo que es poco probable que pueda cambiar la posición "arrogante" de la cúpula dirigente de Kosovo.
"Hoy por hoy gobierna Kosovo un grupo de personas a los que les importa un comino los consejos tímidos que Occidente trata de darles para normalizar las relaciones con Belgrado", remarcó.
La Unión Europea, dijo el ministro, intentó durante muchos años mediar en el asunto, pero la cúpula de Kosovo desdeña los acuerdos alcanzados que estaban dirigidos a garantizar los derechos de los serbios en ese territorio.
"En respuesta la Unión Europea muestra una total impotencia", apostilló.
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El 24 de marzo se cumplen 20 años del inicio de los bombardeos despiadados de la OTAN contra Yugoslavia que en ese entonces estaba conformada por Serbia y Montenegro.
Las bombas de la OTAN mataron entre 2.500 y 3.500 civiles en los 78 días que duraron los nefastos ataques, según distintas estimaciones.
En marzo de 2004, los albaneses kosovares desataron ataques violentos contra los serbios ocasionando el éxodo de ese colectivo.
Cuatro años después Kosovo declaraba unilateralmente su independencia de Serbia.
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La proclamación de independencia fue reconocida por Estados Unidos y varios países de su órbita, pero al mismo tiempo fracturó a la Unión Europea ya que España y Grecia se negaron a reconocer a Kosovo a diferencia del resto.