Hace cuatro años, el expresidente Barack Obama tachó a Venezuela de "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de EEUU". Sin más explicaciones. Fue el comienzo de cierto caos que ha venido sufriendo el país caribeño desde entonces: sanciones y más sanciones económicas que están asfixiando al país cada vez más hasta llegar a un punto de guerra no convencional que contiene la respiración ante lo que pueden ser las peores semanas en años tras el último embargo petrolero.
Las calles del centro de la ciudad se han vuelto a vestir de rojo rojito hoy con un contexto especial. Venezuela lleva dos días haciendo historia. Escribiendo un libro a oscuras. Desde las 17 horas del jueves 7 de marzo el país se apagó. Literalmente. Lo que empezó siendo "un apagón más", "volverá la luz ahora, no te preocupes", "esto es normal", continúa mientras se escriben estas líneas, más de 48 horas después del primer 'blackout'.
La pantalla de la computadora es lo único luminoso de la habitación de hotel con planta eléctrica donde redacto para esta agencia de noticias mientras la noche pesa lapidaria al otro lado del cristal. Maduro lo ha gritado hoy desde Miraflores ante miles de resistentes: "Esta es la agresión más grande del imperialismo contra Venezuela".
El Guri es responsable del 80% de la electricidad de Venezuela. Su paro cardiaco supone la muerte súbita transitoria de millones de venezolanos que, sin embargo, una vez más, resisten heroicos los avatares de la guerra de cuarta generación.
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En la manifestación chavista nadie se lamentaba por la falta de luz ni de agua ni por los alimentos que ya no comerán. Si hay algo que sorprende del pueblo venezolano es su capacidad para soportar estoicamente cualquier agresión. Su cotidianidad cambia de color como los camaleones escondidos antes de atacar a su presa, pero su sangre roja de revolución no gotea ni tantito.
La revolución es indestructible. Es una de esas palabras bien usada y pintada en murales tricolor por la ciudad. Potencia Venezuela.
Por primera vez veo cerca de Miraflores a viejas del CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) con carteles de tendencia internacionalista: "No pasarán".
Las marchas en Venezuela duran horas. El día entero. Son una fiesta. La de hoy se concentró temprano en la CANTV (Empresa Estatal de Telecomunicaciones. Qué ironía, ¿no?) y arrancó varias horas después de la convocatoria (siempre hora estimada) inicial.
El recorrido son canciones a decibeles muy por encima de las posibilidades de cualquier tímpano extravenezolano y bandas de tambores y percusión incansables haciendo el camino al andar.
La Caracas de las marchas chavistas, de música y ajetreo optimista no se mezcla con la ciudad de la oposición. El este y el oeste. El blanco y el rojo. El voto o la invasión.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) March 7, 2019
El autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, también hizo un llamado a las calles hoy. Guaidó decidió aparecer en camioneta y ponerse de pie en el techo de su carro blindado para hablar con un megáfono a su multitud. Nadie le escuchaba, porque no se oía, salvo las cámaras privilegiadas de la fila cero. El apagón permitió al Twitter postear en diferido sus anuncios: más movilizaciones, la próxima será en Caracas con seguidores de todos los estados del país a los que increpó para que vengan a la capital a manifestarse.
Él mismo anunció un tour de intramuros, y lo más inquietante: planteó la activación del artículo 187 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que aboga por la "intervención militar humanitaria" tanto de militares venezolanos en el extranjero como de militares extranjeros en Venezuela.
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Caracas sigue a oscuras y en silencio. Duerme temprano porque no hay mucho que hacer. Volver al origen es como volver cien años atrás, casi de soledad, por la falta de estímulos luminosos y pancartas LED; pero en los barrios del oeste sigue sonando la música. "Porque eso es el chavismo, niña. Que lo que no se tiene, se inventa, y se vuelve a inventar". Esa frase no me la dijeron hoy, pero marcará mi vida en Venezuela. Buenas noches sin luz. Por ahora.