"El límite entre las capas del manto resultó ser bastante más grueso que la superficie del planeta. Las colinas subterráneas, en sentido figurado, resultaron ser más altas que los Apalaches o las Montañas Rocosas. No podemos calcular con precisión su altitud, pero parecen ser más altas que cualquier otra montaña terrestre", dice Wenbo Wu, del Instituto de Geodesia y Geofísica de Wuhan (China) y autor del estudio.
Hasta ahora, los geólogos no sabían exactamente cómo estaba organizado ese manto. Analizando los datos de los que se dispone sobre el terremoto de junio de 1994, han descubierto que los temblores fueron tan potentes que llegaron hasta la capa final, lo que ha permitido hacer una radiografía a esa profundidad porque, las ondas sísmicas rebotaban en ella y no volvían a la superficie a la vez.
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Los científicos todavía no saben a qué se deben esas formaciones, pero la presencia de un relieve tan especial en la capa inferior del manto, dicen, sugiere que sus rocas prácticamente no están mezcladas con la parte superior de la litosfera y que han permanecido en ese estado desde que la Tierra se formó. Su análisis ayudará ahora a los geólogos a entender lo que ocurrió con el planeta en los primeros momentos de vida del sistema solar.