El reconocimiento de Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, y la retórica agresiva del vicepresidente Mike Pence forman parte de una estrategia marcada desde "el inicio de la presidencia de Trump (2016) de intentar derrocar descaradamente al Gobierno de Venezuela", opinó Laborde en diálogo con Sputnik.
"Recordemos que en diciembre del 2017 Donald Trump dijo que no descartaba ninguna forma de desplazar a Maduro, ni siquiera la militar. La derecha venezolana es muy asistida, muy monitoreada por los EEUU. Lo que quiere hacer es que de afuera se haga lo que no pudo hacer internamente", opinó el parlamentario argentino del Mercosur, antiguo embajador de la Cancillería argentina designado por Cristina Fernández de Kirchner.
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El dirigente político, portavoz de la Bancada Progresista del Parlamento del Mercosur (Parlasur) al respecto del reconocimiento de Guaidó, subrayó las profundas divisiones que hay en la derecha venezolana.
"También está dividida entre los que quieren y promueven una intervención militar y los que no están de acuerdo. Efectivamente están profundamente divididos y nosotros eso lo vemos en el mismo Parlasur. Entonces lo que quieren es que se haga de afuera el trabajo que no pueden hacer", opinó el dirigente.
"No se unen para nada y tal vez si se hubieran unido, uno podría pensar que le podrían disputar la presidencia a Maduro. Pero como no se unen y se dividen pretenden que de afuera les solucionen los problemas que ellos no pueden solucionar", abundó.
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En cuanto a la postura del bloque progresista en el Parlamento regional, Laborde consideró que "lo que hace falta es un diálogo". Los progresistas son favorables a establecer un intercambio en el que "no se excluya ningún tema, incluso la posibilidad de nuevas elecciones pero tiene que haber un compromiso de la oposición de ser consecuente con ese diálogo", opinó el argentino.
Debido a las presiones que llegaron de Washington "se deshizo el diálogo y eso hizo que Rodríguez Zapatero, un hombre que no es chavista, demostrara un desagrado público no habitual en un expresidente", por el accionar de la oposición, aún "cuando le constaba que había un acuerdo para llamar a elecciones en abril de 2018".
"Finalmente no se dio. Así que la Bancada Progresista tiene una posición de promover el diálogo, de incentivarlo, de que no haya una injerencia extranjera —mucho menos militar— respecto a las decisiones políticas soberanas de cada país que es una tradición", aseguró Laborde.
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Para el argentino, el Grupo de Lima —integrado por varios países que han secundado la decisión de Trump de reconocer a Guaidó— "no tiene una justificación geopolítica, diplomática o de antecedentes históricos". En anteriores instancias, los países no adoptaron una actitud similar.
"Se creó exclusivamente para denostar a Venezuela y no tiene ninguna autoridad. Es un paso más. Pero yo siento que el pueblo venezolano está firme. Si bien hay una cantidad de disconformidad con acciones del Gobierno, no creo que la intervención militar sea aceptada por sectores del pueblo al interior de Venezuela", aseveró Laborde.
"Interiormente no hay condiciones para que haya un respaldo de una parte de la población venezolana, que más allá de que una parte de la población no esté de acuerdo con Maduro, no quiere una guerra civil", aseveró.