El kamado surgió en Japón hace 1700 años y durante siglos se utilizó para cocinar carnes rojas y blancas, vegetales y cereales. Es una tradición oriental que se extendió en Occidente luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados lo llevaron a Estados Unidos para desarrollar y mejorar su diseño.
Este formato renovado es el que se puede ver con más frecuencia en algunos balcones de Argentina, compitiendo con las clásicas parrillas rioplatenses para hacer asados, aunque en un modo slow food'.
"El horno permite hacer cocciones largas a baja temperatura con un kilo y medio de carbón. En el modelo más grande tiene una autonomía de 6 a 7 horas", explicó a Sputnik Adrián Alegre, de Kamado Argentino, empresa que elabora estos implementos gastronómicos.
Dentro de las características que resaltan quienes trabajan con el artefacto se encuentra el calor envolvente que permite mantener mejor los sabores. Mientras en un asado tradicional se desaprovecha el 35% del jugo, en el horno milenario solo se pierde entre el 3 y 5%.
Esta forma de cocción es más eficiente y ecológica. Una mínima cantidad de carbón es suficiente para que funcione. Incluso en la empresa Kamado Argentino están investigando con elementos como el carozo de la aceituna o la cáscara de nuez, para volverlo aún más amigable con el medio ambiente.
"La idea es conseguir un carbón a partir de un recurso renovable, y no de un recurso como los árboles, que demoran muchísimo en crecer, y es más agresivo para el ecosistema", dijo el joven empresario.