Este proyecto “tiene que ver con nuestras vivencias y cómo el tema de la vivienda atravesó nuestras vidas y está relacionado al impacto que nos genera ver mucha gente en situación de calle y tantas casas y edificios abandonados en la Ciudad Vieja” de Montevideo, dijo a esta agencia la fotógrafa y bibliotecóloga Cánepa.
En 2016, Cánepa y Gancharov comenzaron a realizar el trabajo fotográfico documental “El techo es un derecho. Gente sin casa, casas sin gente” que se expone en la Facultad de Ciencias Sociales hasta el 29 de noviembre.
Durante un año, ambas concurrieron a un refugio ubicado en Ciudad Vieja donde conocieron a Gabriel, José y Roberto, con quienes empezaron a realizar talleres de fotografía con el fin de retratar las casas abandonadas del barrio donde ellos pasaron sus noches en 2016.
“El tema de la vivienda nos atraviesa a todos de diferentes formas, nosotras llegamos a Montevideo desde el interior del país a estudiar y trabajar y pasamos por muchos alquileres, vivir en pensiones, compartimos apartamentos, entonces ese tema es parte de nuestra historia, en 2016 yo me mudé a Ciudad Vieja y lo que más me llamó la atención del barrio fue la cantidad de casas abandonadas y la cantidad de gente en situación de calle que estaba durmiendo en la puerta de casas tapiadas”, señala Cánepa.
Imaginar el hogar
Una de las primeras consignas que propusieron fue “Si dispusieran de una casa, ¿para qué la utilizarían?”, y durante varios encuentros trabajaron en base a esa pregunta.
Ambas coinciden en que les resultó llamativo que a la hora de imaginar esa casa, los tres pensaran en lugares para poder compartir con otros.
“Lo que más me llamó la atención fue que cuando hablábamos sobre qué se imaginaban ellos respecto a otras posibilidades de vivienda, se apuntaba mucho a lo colectivo, lo que ellos querían nunca apuntaba a lo individual”, cuenta Cánepa.
La fotógrafa considera que esto podría estar relacionado a la forma de vida del refugio, donde todo se comparte.
José se imaginó una casa en la que también funcionara un centro cultural, Roberto quería que una de las habitaciones de su hogar se utilizara para poder dar clases y Gabriel quería tener una casa donde poner un kiosco a través del que pudiera difundir lo que hace la radio Vilardevoz, de la que forma parte.
A la hora de recrear las casas en donde los tres se imaginaban viviendo “José llevó los objetos que quería que estuvieran: una foto de su familia, una bandera de Peñarol (club de fútbol), su termo y su mate; además escribe poesías y quería poder fotografiarse con sus textos, porque en 2016 estaba escribiendo un libro y lo había terminado, entonces estaba feliz tirando todos sus textos para arriba”, cuenta Gancharov.
Gancharov y Cánepa coinciden en que la fotografía resultó un excelente recurso que les permitió a José, Gabriel y Roberto manifestar qué piensan, qué sienten, y qué tienen para decir y ambas destacan la buena disposición de los tres para trabajar en este proyecto y para participar de las distintas inauguraciones de las muestras.
“Nos parecía muy importante poder mostrar la mirada de ellos sobre el tema y lo que queríamos era que ellos tomaran a la fotografía como una herramienta de expresión para poder contar esta realidad, esta preocupación del gran número de casas abandonadas y que la pudieran registrar”, señala Gancharov.
Al ser consultado sobre el tema, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), afirmó que los últimos datos oficiales acerca de personas en situación de calle en Uruguay son los del Censo realizado en 2016.
En la madrugada del martes 21 de junio de ese año, 61 equipos salieron a la calle entre las 00:00 y las 06:00 am y relevaron 556 personas en situación o disposición de pernoctar en la calle en 408 puntos de la ciudad y 1.095 personas durmiendo en refugios o albergues, lo que suma un total de 1.651 personas en situación de calle.
El censo además relevó que la población que se encuentra durmiendo en las calles es en promedio 10 años más joven que la que pasa la noche en albergues, además de que en su gran mayoría se trata de hombres (8 de cada 10), y no se encontraron casos de menores de 17 años durmiendo a la intemperie.
En el 56 por ciento de los casos la ruptura de vínculos fue el motivo principal que estas personas reconocieron como desencadenante para terminar durmiendo en la calle.
Estas personas fueron consultadas acerca de por qué no pasaban la noche en los albergues del Mides a lo que respondieron que los principales motivos eran los problemas de convivencia (20 por ciento) y dificultades (distancia, horarios, etc.) en la derivación (18 por ciento).