Arqueólogos italianos llevaron a cabo un estudio en el Hospital Universitario Federico II sobre los huesos que fueron recuperados de 12 cámaras de la línea costera de la ciudad de Herculano, una de las más cercanas al volcán.
Para determinar de qué residuos se trataba exactamente, los analizaron por medio de la espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente —ICP-MS por sus siglas en inglés— y espectroscopia Raman.
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Los resultados mostraron que los residuos contenían hierro y óxido de hierro, el producto de cuando hierve la sangre y se convierte en vapor.
"Mostramos por primera vez pruebas experimentales convincentes que apuntan a una rápida vaporización de los fluidos y tejidos suaves de las víctimas debido a una exposición al calor extremo", indican los investigadores.
Precisamente por esta razón, los autores del estudio opinan que los residuos de hierro no se originaron de los objetos metálicos. En lugar de ello, creen que se trata de residuos de sangre que se degradaron por el calor extremo del volcán.
Las cámaras de la línea costera tenían que ser un refugio para aproximadamente 300 personas, pero se convirtieron en su tumba cuando una onda piroclástica se abalanzó sobre ellos, explican los arqueólogos.
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Esta ola resultó ser mortífera con temperaturas que alcanzaron entre 200 y 500 grados centígrados. Su velocidad llegó hasta los 300 kilómetros por hora, razón por la cual estas personas murieron al instante.
Aunque los científicos no pudieron determinar con certeza si los restos del hierro eran producto de los fluidos corporales, los análisis demostraron que los residuos minerales concuerdan con la sangre expuesta a altas temperaturas.
Una inspección detallada de los esqueletos de las víctimas reveló grietas e indicios de explosiones de los cráneos, así como el oscurecimiento en algunas de sus partes, informan los autores del estudio.
"Tales efectos parecen ser el resultado combinado de una exposición directa al calor y un aumento de presión intracraneal por el vapor resultante de la ebullición del cerebro, con la explosión del cráneo como un posible resultado", explicaron.
A día de hoy, el Vesubio sigue siendo activo y más de tres millones de personas habitan en su proximidad. La última erupción del volcán tuvo lugar en 1944.
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