"La mayor preocupación es cómo se naturaliza que un presidente diga que hay que blanquear la negritud, que mantenga una postura racista o machista", señaló Busso, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Rosario (este).
El rechazo que generaron en algunos sectores de América Latina los gobiernos de cariz progresista habilitó estos procesos y presentó como naturales y aceptables estos discursos, sostuvo.
La experta indicó que las críticas de sectores conservadores a las gestiones progresistas en América Latina "se enraizaron tanto en partidos de la oposición que muchas veces terminan abriendo una caja de pandora".
"La crisis de estos gobiernos, sumado a los efectos del capitalismo financiero, de la crisis de 2008 y de los casos de corrupción, lleva a este vuelco a la derecha con estos candidatos que ya no son outsiders con perfil semiautoritario, sino que tienen declaraciones propias de fascistas", afirmó.
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Uno de ellos se asienta en la reivindicación de políticas de mercado que tiene un eco en sectores de la clase acomodada y que comulga con el rechazo al izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), dijo.
"Otros sectores, más clase media, se ven perjudicados por problemas económicos y de seguridad, por lo que se han visto cautivados con la postura tan dura que tiene Bolsonaro en cuanto a cómo combatir la criminalidad en Brasil" añadió la profesora.
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Bolsonaro obtuvo el 7 de octubre el 46% de los votos, mientras que Fernando Haddad, del PT, se quedó con el 29,2% de los sufragios.
Dado que ninguno consiguió la mayoría suficiente en la primera vuelta, ambos se volverán a enfrentar en las urnas el próximo 28 de octubre.
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