En la comunicación interpersonal, las manos y los gestos siempre dicen mucho. Pero en el caso de los sordomudos, más aún. Para esta población es un elemento esencial, no solo para socializar entre sí y con el mundo, sino para acceder a información y servicios básicos.
En todo el mundo hay más de 300 lenguas de este tipo. En general, cada país tiene la suya, o incluso más de una. A pesar de esta diversidad y la singularidad cultural que significa, muchas veces los señantes tienen dificultades al momento de ver sus derechos garantizados.
¿Por qué cambian de país en país?
Según explicó a Sputnik Luis Escobar López-Dellamary, profesor investigador de la Universidad de Sinaloa, esto tiene que ver con la "tendencia natural a que los sistemas de comunicación representen la identidad de las distintas sociedades" que las utilizan.
En el caso de las lenguas de señas latinoamericanas, la gramática y las expresiones en general son similares, pero presentan variaciones en el léxico, es decir "señas distintas para nombrar cosas".
¿SABÍAS QUÉ…?
— Camila Ramirez (@camilaramirezav) 18 de septiembre de 2018
La ONU proclama el 23 de setiembre Día Internacional de las Lenguas de Señas
En el mundo existen más de 130 lenguas de señas nacionales. En Uruguay hablamos LSU (Lengua de Señas Uruguaya)
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"No son tan distintas, son pequeñas variantes que sin embargo se respetan como sistemas distintos y nombres diferentes, precisamente porque tienen esta función de cargar o reproducir la identidad de las comunidades", dijo el experto.
Por eso, tienen un alto grado de entendimiento: si un señante de México visita España, es muy posible que otro señante comprenda lo que quiere comunicar. Y si va a EEUU, aunque tenga un poco más de dificultades, también lo comprenderán. No solo porque las señas de ambos países sean 'herederas' del sistema francés.
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"En general, hay un mayor grado de inteligibilidad entre las lenguas de señas que entre las lenguas orales", aseguró el académico.
Entre las varias hipótesis al respecto, Escobar coincide con la que afirma que "por estar formadas en la gestualidad", logran trascender "barreras lingüísticas y culturales" más fácilmente que la oralidad y la escritura. En cambio, estos últimos sistemas "están más codificados".
¿Cómo surgen las lenguas de señas?
"Determinar de cuándo vienen las lenguas de señas es problemático. Pero en la literatura se maneja que las lenguas de señas de Europa, como la británica o la francesa, tienen por lo menos 200 años. Eso sería más o menos un estándar de lengua original en términos de los tiempos que conocemos", explicó el lingüista.
Por influencia del poder cultural, económico y político de estas potencias, y debido a la expansión colonial, se diseminaron más allá de fronteras. En muchos casos, llegaron por iniciativa de grupos religiosos "para que los sordoseñantes tuvieran un sistema comunicativo". Por eso, muchas de las lenguas de señas derivan de estos dos estándares.
Hoy 21 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna; en la #CDMX reconocemos a la Lengua de Señas Mexicana como patrimonio lingüístico de nuestro país 👉🏽👆🏽👈🏽👇🏽 pic.twitter.com/6PySfWuK2v
— COPRED CDMX (@COPRED_CDMX) 21 de febrero de 2018
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Hay evidencia de otras lenguas de señas no relacionadas con los sistemas europeos, como la maya o la zapoteca. En comunidades en las que se perpetuaba la sordera por herencia genética, se generaron algunas muy características, como es el caso de la isla Martha's Vineyard, en Massachusetts.
Desafíos de las lenguas de señas
Si bien en los últimos tiempos ha habido un aumento de conciencia sobre las lenguas de señas, no se ha avanzado en justa medida en el plano institucional. Por ejemplo, la lengua de señas mexicana tuvo un primer reconocimiento recién en 2005.
Las comunidades sordas encuentran escollos al momento de verse reconocidas como comunidades culturales debido a "prejuicios sociales". Otras colectividades son percibidas como culturalmente diversas, pero los sordoseñantes no, "a pesar de que tienen lo fundamental, que es una lengua distinta y prácticas culturales bien diferenciadas".
La efectividad de las políticas públicas en este campo "no depende únicamente de la inversión en educación", sino también del grado de reconocimiento de "la importante diferencia cultural y lingüística", en el caso de México, entre sordoseñantes e hispanohablantes.