Rusia y América Latina son dos regiones del planeta que, a pesar de estar separadas por miles de kilómetros, tienen patrones de desarrollo bastante similares. Después de pasar por varios acontecimientos críticos a lo largo del siglo XX, en la entrada del XXI tanto una como la otra se han encaminado hacia un desarrollo económico y social estable y sostenible.
Si bien en el siglo XX las relaciones entre ambas partes estaban marcadas por razones ideológicas más que pragmáticas, ya a la entrada del XXI esto ha pasado a un segundo plano.
"A pesar de que la ola roja en el proceso interno latinoamericano parece estar decayendo, la relación sigue. La expresión más palpable de esto es el hecho de que cuando se realizan votaciones cruciales en la Asamblea General de la ONU, es gracias a la cantidad de votos latinoamericanos que hay un empate entre distintos campos. De esta manera, Latinoamérica actúa como una balanza entre los principales polos", comparte Brilev.

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El itinerario de productos latinoamericanos que podría ser de interés para Rusia, como el plátano o el café, es muy escaso como para establecer vías comerciales a gran escala, señala el especialista. Moscú tradicionalmente exporta a América Latina maquinaria de transporte, industrial y del sector energético, que suelen ser más competitivos que los análogos, pero esos suministros hasta ahora han tenido un carácter muy puntual y limitado a ciertos países.
"En primer lugar, cabe subrayar que ya pasó la época en la que [el primer secretario de la URSS Nikita] Jruschov enviaba flotas hacia Cuba. Logísticamente hablando, Latinoamérica está lejos para todos: para los estadounidenses, para los chinos, para los europeos y para los rusos. Está lejos. Entonces yo no espero que haya un intercambio comercial universal. Tenemos que ser realistas".
En lo que sí podría haber un intercambio masivo es en el sector turístico. A pesar de las grandes distancias, casi todos los países latinoamericanos mantienen con Rusia un régimen de suspensión de visados. Las únicas excepciones por el momento son México y Surinam. Esta situación mostró su eficiencia con la crisis en las relaciones entre Rusia y la OTAN, cuando una considerable parte del flujo turístico ruso se desvió a países como Cuba, República Dominicana o Brasil.
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"Y la experiencia del Mundial ha mostrado que vale la pena desarrollar el turismo latino en Rusia. ¡Estaban felices los latinoamericanos que llegaron!", concluye Brilev.