Durante la sesión del Senado estadounidense del 21 de agosto, el senador republicano John Kennedy exigió saber qué haría la Administración Trump si el presidente ordena "poner la economía rusa de rodillas".
Para el autor, la frustración del político es comprensible, ya que a pesar de todas las medidas introducidas, Rusia no hace concesiones en ningún aspecto de su política exterior contra el que apunta Washington.
"Es evidente que las medidas estadounidenses son inconvenientes a varios niveles. Lograron disminuir las inversiones extranjeras [en Rusia], forzaron que varios proyectos energéticos se aplazaran. También sufrieron daños los rusos acaudalados y sus empresas", señala el colaborador de Bloomberg.
Pero todo esto no logró que se cumplieran los objetivos de EEUU, que es cambiar el rumbo de la política de Rusia, constata Bershidsky. El Kremlin no está dispuesto a ceder y eso está impulsando a algunos en Washington a contemplar reforzar la presión.
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¿Qué puede y no puede hacer EEUU?
Actualmente hay un proyecto de ley en el Senado norteamericano que propone sancionar las inversiones en los proyectos energéticos —sobre todo, el gasoducto Nord Stream 2—, la deuda soberana y básicamente cualquier cooperación en la industria informática y de ciberseguridad, recuerda el autor.
Pero "Rusia es el mayor exportador de gas natural y produce tres veces más petróleo que Irán. Sacarla del mercado causaría una crisis energética global", advierte Bershidsky.
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Según el analista, algo parecido para los mercados ocurriría si se trata de sancionar la entera deuda externa de Rusia que es de unos 486.000 millones de dólares.
Hasta la fecha, el Kremlin no ha involucrado a estas empresas en su contienda con la Casa Blanca, pero esto puede cambiar de surgir la necesidad.
"A medida que EEUU esté contemplando una guerra comercial a gran escala, tendrá que responder a dos preguntas estratégicas: qué está dispuesto a pagar para sacar concesiones del Gobierno ruso y cuánto tiempo está dispuesto a esperar por ellas", subraya el autor.
Sin que Washington vaya a por todo, Rusia podría sobrevivir durante años pagando el precio de un crecimiento relativamente bajo. Y si EEUU aplica el máximo dolor y nada cambia en Moscú, "sería un fracaso doloroso para la superpotencia", concluye.
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