A finales de julio, la capital siria fue visitada por una delegación del Consejo Democrático Sirio, un organismo que ejerce como gobierno provisional en las zonas del país controladas por las fuerzas kurdas. Y aunque no se lograron arreglar todas las diferencias, ambas partes convinieron en la necesidad que continuar el diálogo y el acercamiento.
Más tarde se conoció que en esa reunión fue posible llegar a un acuerdo sobre la gestión de las actividades económicas por parte de las autoridades sirias en los territorios controlados por los kurdos. Para eso se creará una administración conjunta que, aunque no tendrá la competencia de adoptar decisiones políticas, sí realizará gestiones administrativas.
En el marco de la iniciativa, los kurdos ya han transferido varias instalaciones de infraestructura bajo el control de Damasco. En particular, la represa de Al Tabqah, una importante fuente de energía eléctrica del país ubicada en el Éufrates, que fue construida en los años 60-70 del siglo pasado con la ayuda de la Unión Soviética.
La época de victorias
Fueron precisamente los kurdos los que lograron expulsar a los grupos radicales del autodenominado Estado Islámico al este del río Éufrates. Gracias a la ayuda de armas y adiestramiento proveniente de EEUU, las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), consistentes principalmente de tropas kurdas, participaron en la liberación de Al Raqa, la capital de Daesh, y se hicieron además con el control sobre gran parte del norte sirio a lo largo de la frontera con Turquía.
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Aparentemente, sintiendo a sus espaldas el apoyo de Washington, los kurdos se propusieron crear en los territorios controlados una autonomía de facto. El hecho es que esto provocó una fuerte irritación de Ankara, cuyo Gobierno siempre ha sido extremadamente sensible a cualquier indicio de que los kurdos reciban algún tipo de autonomía, y mucho menos una posibilidad de federalización o soberanía.
La época de fracasos
En 2016 las Fuerzas Armadas turcas intervinieron en el norte de Siria con el lanzamiento la Operación Escudo del Eufrates. Según el presidente Recep Tayyip Erdogan, la ofensiva tenía cómo combatir al Estado Islámico y "los grupos terroristas de los kurdos sirios que amenazan a Turquía. En la práctica, se logró detener la avanzada kurda en el norte sirio, impidiendo sus planes.
En la segunda mitad de 2017, los turcos dejaron en claro que no tenían la intención de limitarse a una sola operación militar y esto fue una indirecta directa para los estadounidenses para que dejasen de apoyar a los kurdos. Pero sus palabras no fueron entendidas.
Entonces, la posterior Operación Ramo de Olivo de enero de 2018 le arrebató a los kurdos la región de Afrín, un importante enclave en el noroeste sirio que estuvo bajo control de los kurdos desde el inicio del conflicto en el país árabe. Esta vez, Washington sí hizo caso a su liado de la OTAN y forzó a los kurdos a retirarse también de la zona de Manbij.
Después de este acuerdo entre EEUU y Turquía, los kurdos anunciaron que estaban dispuestos a negociar con Damasco sin condiciones previas.
¿La época de reintegración a Siria?
Probablemente, ahora todos en el Kurdistán sirio entienden que su idea inicial de una federalización de Siria no será bien vista por nadie. Ni por las autoridades centrales de Damasco, ni mucho menos por sus vecinos en Turquía, Irak e Irán. Estos últimos también tienen regiones pobladas mayoritariamente por población kurda y ven con mucho recelo lo que sucede en Siria.
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Ahora, la principal demanda que el Consejo Democrático Sirio expone ante Damasco es una descentralización del poder. En eso concuerda incluso la oposición árabe siria y, probablemente, eso quedará registrado en la futura Constitución del país, cuya elaboración estará a cargo de un comité especial que recoge a todas las fuerzas internas dispuestas a bajar las armas.