"Si no lo hace, todos piensan que lo estás escondiendo" y que la razón es que la decisión es abortarlo, explica la mujer que hoy tiene 34 años. Y entonces sostiene: "en El Salvador, desde que estás embarazada no cuenta la vida de la mujer".
Su ingreso a prisión se dio cuando tenía 24 años y un hijo pequeño, que ahora intenta recuperar en plena adolescencia. Mientras estuvo recluida solo le permitían verlo una vez por año. Durante todo ese tiempo el muchacho estuvo al cuidado de su abuela materna.
"No le oculté nada y creo que eso ayudó mucho para que me aceptara y que supiera que no estaba allí porque era culpable, sino por algo que no me merecía y que era la causa de la separación de nosotros".
Ella trabajaba en un colegio. Fue al baño, se sintió mal y llamó a una emergencia. Pero no tuvo respuesta. "Sufrí una hemorragia severa y el bebé nació muerto", afirma Teodora. Otro empleado de la institución avisó a la Policía, que llegó al lugar y arrestó a la mujer cuando se despertaba del desmayo producto de la hemorragia.
"Tenía mucha ilusión de conocerlo y esperanzas de que con mucho esfuerzo yo lo iba a sacar adelante, como a mi otro hijo… y de pronto se me arrancan las dos partes de mi vida porque mi hija muerta y a mi hijo lo estaban separando de mí".
Teodora asegura que "hasta ahora no se sabe qué le provocó la muerte a mi bebé. A mi no me encontraron nada y al bebé ningún golpe ni trauma ni nada".
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"Cuando caí presa no había nadie que velara por nuestro derechos, pero ahora con todas la protestas y la lucha que se está haciendo se ha logrado un gran adelanto porque ya las chicas que están detenidas tienen nuestro respaldo".
El Parlamento salvadoreño tiene a estudio desde 2016 un proyecto de ley para despenalizar el aborto en casos de riesgo de vida para la mujer, violaciones o inviabilidad fetal.