La ola de migrantes favorecida por la propia Merkel en 2015 se convirtió en un tsunami imparable que a punto estuvo de arrastrarla y arrancarla del sillón que ocupa en el poder desde 2005, hace 13 años. Finalmente, Seehofer logró torcerle el brazo.
Merkel entendió que el ultimátum lanzado el domingo por su ministro, quien amenazó con dimitir de todos sus cargos – lo que según analistas presumiblemente arrastraría a la canciller al abismo –, no tenía pinta de farol.
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Las palabras de Merkel tras lograr el pacto, la retrataron: "Es lo que fue importante para mí", dijo. Al respecto, el presidente del Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia, Fernando Moragón, explica que estas expresiones dejan traslucir la actitud de Merkel.
"Sí, (es importante) para ella (Angela Merkel), para sobrevivir en el poder, en ese sentido lo entiendo yo", subraya el analista. "Actualmente la debilidad de la CDU y de la canciller Merkel es máxima en toda su carrera política. Tenemos que tener en cuenta que ella depende de una coalición con la CSU, pero la CSU bávara está cada vez más rebelde por el tema de la migración. No olvidemos lo que está detrás de esta protesta de la CSU", observa.
Ante esta inesperada resolución teutona, Austria se parapetó. Una declaración conjunta firmada por el canciller federal Sebastian Kurz, el vicecanciller Heinz-Christian Strache y el ministro del Interior Herbert Kickl, reza:
"El acuerdo entre la CDU y la CSU indica que Alemania desea poner en marcha medidas nacionales para combatir los flujos migratorios, y si este acuerdo se convierte en uno del Gobierno alemán, nos veremos obligados a tomar medidas para evitar desventajas para Austria y su pueblo. Por lo tanto, el Gobierno federal está dispuesto a tomar medidas para proteger nuestras fronteras del sur, en particular".
En la frontera sur de Austria, se encuentra Italia, que precisamente el 29 de junio amenazó con bloquear una resolución del bloque que se reunía en Bruselas en torno al tema migratorio. Finalmente, aceptó la propuesta preliminar de crear centros controlados de migrantes en territorio europeo, esos que pactó el Gobierno alemán, distribuir a los inmigrantes irregulares que lleguen a los Estados que mayor afluencia reciben, como es el caso de Italia.
Entonces, las palabras del presidente de Francia, Emmanuel Macron, surgieron aturdidoras: decidió y afirmó que su país no habrá centros para inmigrantes, ya que estos "estarán en países de primera llegada y Francia no lo es". Y por si no había quedado claro a quién iba dirigido el mensaje, apuntó que "la ley internacional establece que el país más cercano al rescate debe ceder su puerto". Macron realizó dos disparos contra Italia por el precio de uno. Y ya que estamos, contra Grecia y España.
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En este sentido, Moragón afirma que las discrepancias en la Unión Europea son más que obvias. "Los propios austríacos dijeron hace unos días que la solución era clara, que era llevar el Ejército a las fronteras y así las impermeabilizaban".
"Las acusaciones entre Macron y el Gobierno italiano son ya constantes. Esto es ya una jaula de grillos, esto no tiene ya ninguna solución. Cada país está en el ‘sálvese quien pueda, y lo que van a hacer es básicamente dos cosas: cada uno intentará hacer la política que más le conviene – aquí ya no hay UE, esto ya es retórica, porque cada país defiende sus propios intereses, perjudicando si hace falta al socio de la UE –. Y luego, la otra política que se va a practicar es la que ya se inició en Turquía, es decir, a ver qué podemos hacer para evitar los flujos migratorios: pagar a los países de tránsito para que no les dejen pasar", explica Fernando Moragón.