Mary Dejevsky ha analizado para la publicación The Independent por qué Occidente no ha recibido la noticia de la reunión entre Putin y Trump con alegría.
"No hace falta dramatizar, no hay ninguna traición al mundo occidental, solo el comienzo de un proceso que podría reforzar la seguridad internacional y salvar vidas", destaca irónicamente.
Sin embargo, la oposición es feroz no solo entre los muchos enemigos de Trump en Washington, sino también en el Reino Unido y otros países europeos.
Según la columnista, tal vez estos temores y alarmas se deban a que unas negociaciones de paz exitosas podrían "anular la imagen políticamente útil de Rusia como el enemigo perpetuo" o terminar lo que se conoce popularmente como "una nueva guerra fría".
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Los opositores de la cumbre insisten en que no hay nada de qué hablar, o más bien, nada que no implique concesiones que ningún presidente de EEUU con autorrespeto pueda hacer. Pero hay al menos dos temas muy específicos para la agenda.
Uno es Siria y Oriente Medio en general, donde el conflicto entre los dos poderes es indirecto pero arruinador y se debe resolver para empezar el proceso de restauración de Siria.
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Ese algo sería el aflojamiento de las sanciones, que han sido más un castigo político que económico. A juicio de Dejevsky, sí puede haber un acuerdo con las garantías internacionales para la integridad territorial y la seguridad de Ucrania, mientras que la situación de Crimea quede en el limbo, ya que ninguna de las partes está preparada a ceder.
"Por lo tanto, hay mucho de qué hablar entre los dos líderes, y se pueden distinguir unos trazos borrosos de acuerdos futuros que podrían hacer que el mundo sea un lugar más seguro. La cumbre con Kim Jong-un ya ha mostrado la posibilidad de reducir la tensión en la región y acelerar el desarrollo económico de Corea del Norte. Algo similar, en una escala mucho más grande, se puede vislumbrar si Donald Trump y Vladímir Putin deciden llevarse bien", concluye.