Las miradas de las más de 50 personas que acudieron a la cita estaban puestas en el televisor, ubicado en un sitio privilegiado del salón principal, decorado con motivos eslavos. Todos atentos a lo que ocurría en el Arena Samara, acompañados por el embajador de Rusia, Nikolay Sofinskiy, quien obsequió un pastel con las banderas de ambos países.
"¡Silencio, párense que vienen los himnos!", alertó una señora a las más de 50 personas que allí estaban, en su gran mayoría hijos, nietos y bisnietos de aquellos primeros rusos que llegaron a Uruguay en 1913 y que fundaron la Colonia San Javier, pero también otros que arribaron más recientemente, como los diplomáticos que acompañaron a sus connacionales.
Así entonaron primero el himno uruguayo. Después el ruso, con igual entusiasmo. Luego, el pitazo inicial. A partir de la primera jugada, se sentía la adrenalina de los presentes al ver enfrentadas en la cancha a las dos naciones a las que pertenecen. Los reproches al árbitro, los aplausos, las exclamaciones en las jugadas que podrían haber sido gol y no lo fueron.
Al final del primer tiempo, parecía que el partido ya estaba definido, pero sobre los 90 minutos, con el 'gol en la hora' —una costumbre que parecen amar los uruguayos—, Edinson Cavani cerró el marcador en 3 a 0.
Y a pesar de lo que uno pueda pensar, los rusos que estaban en el Gorki no se ofuscaron en absoluto por el buen desempeño de 'La Celeste', sino más bien por el contrario, se mostraron alegres de poder festejar en un clima fraternal, entre mates, un brindis con vino e incluso —según pudo ver Sputnik— algún vaso que otro de vodka.
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"Es otra demostración de que estamos juntos, independientemente de nuestras raíces étnicas y todo lo que se refiere al partido. Me parece que el resultado concreto y práctico no importa. Lo que importa es el ambiente de amistad de fraternidad, de las emociones. Lo que tenemos ahora es demostración de eso. Es muy bueno", dijo a Sputnik el embajador Sofinskiy.
Entre risas, el joven Román Troián, estudiante de Relaciones Exteriores de intercambio en Uruguay, reconoció a Sputnik que le hubiera gustado ver un triunfo de Rusia. O, al menos, se quedó con las ganas de festejar un gol de su país.
"Para mí el partido fue terrible. Yo esperaba al menos un empate, si no una victoria de Rusia. Pero ahora veamos cómo será el partido de Rusia contra Portugal o España", aseguró.
Así lo explicó a Sputnik Isabel Puchkariov, nieta de rusos llegados en 1913, con un perfecto manejo del idioma de sus orígenes y siete años de estudios en Járkov (Ucrania), gracias a una beca obtenida a través del Centro Cultural. Según dijo, para ella es muy importante que sus hijos "conozcan y sepan lo que es la cultura rusa".
"Hay una canción que dice 'dushá bolit i cerdtse plachit', o sea, 'el alma duele y el corazón llora'. Creo que está dividido en dos. Si no hubiese sido Uruguay, que es nuestro país y nuestra tierra, obviamente que el segundo sería Rusia, sin lugar a duda", aseguró Puchkariov, citando un célebre título de Mikhail Shufutinsky.
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Boris Rojas Puchkariov, hijo de Isabel, encontró que el partido fue "bastante emocionante". Debido al historial de los 'osos tricolores' en lo que va del Mundial, "sinceramente pens[ó] que iba a ganar Rusia".
"Habían jugado bastante bien, pero Uruguay se puso arriba y demostró que tiene un nivel mayor. Igual se puede decir que una victoria rusa me hubiese puesto alegre", dijo el pequeño Boris, no solo descendiente de rusos, sino además de padre ucraniano.
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Parecida es la opinión de Alejo Maly, presidente del Centro Cultural Gorki, nacido en San Javier e hijo de aquellos inmigrantes que desembarcaron en las tierras sobre el río Uruguay en 1913.
"Me gustó cómo jugó Uruguay. Pensé que Rusia iba a hacer más fuerza, pero el fútbol va un poco en suerte. Aunque me gustó Uruguay, no sé si Rusia merecía más. Un 2 a 1 hubiera sido más lógico", dijo el referente de la colectividad rusa en el país austral.
Maly aseguró que le "hubiera gustado" gritar un gol de Rusia, "más cuando a Uruguay no le afectaba" un tanto en su contra en el marcador. Eso sí, reconoce que si su país de nacimiento hubiera precisado "el puntito ese" para clasificar a octavos, la cosa "hubiera sido diferente".
Anahí Papov, encargada de prensa del Gorki, contó a Sputnik la preparación que requirió la fiesta que se vivió en el partido y la emoción de sentir sangre rusa corriendo por sus venas.
"Estuvimos cocinando todo el fin de semana cocinando pirozhkí, varéniki, vatrushkí, todas comidas típicas… pero también tomamos mate, porque no dejamos de ser uruguayos", confesó.
"Decimos que tenemos el corazón dividido porque amamos a nuestro país, pero a la vez a Rusia porque fuimos criados con esas costumbres, porque siempre tuvimos la comida típica en nuestra vida, la música… todos tenemos el recuerdo de nuestra 'baba' (abuela), o nuestra mamá hablándonos en ruso", dijo a Sputnik.
"Lo vivimos con alegría. Me quedé con ganas de gritar un gol de Rusia, me hubiese gustado mucho, pero estoy muy contenta porque lo pasamos bien y se dio todo en un ambiente fraterno. El Máximo Gorki siempre apuesta a la confraternidad, a la amistad y al reencuentro", resaltó la joven.
Una ventana a la verdadera Rusia
Según se ha podido escuchar en las crónicas de periodistas de varios países presentes en el Mundial, es unánime la opinión acerca de la calidez del pueblo ruso y de su apertura a los visitantes, una imagen que contrasta con la que se solía mostrar desde algunos medios hasta hace pocas semanas.
"Ahora la cobertura de los diarios está siendo totalmente diferente de lo que tuvimos anteriormente. Habitualmente hay dos vistas a Rusia: una, a través de los diarios y otra, a través de los corazones de la gente que está presente en Rusia. Ahora estas dos vistas coinciden", dijo Sofinskiy al respecto.
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"Yo pienso que tanto en Uruguay como en el resto del mundo se tienen ciertos estereotipos de lo que son los rusos (…) Más allá de la imagen que se tenga de las películas o el imaginario popular, el ruso es muy cálido, muy fraterno", constató Anahí Papov.
"Rusia tiene una cultura muy rica, tradiciones que son bellísimas y es una buena oportunidad para darlas a conocer. Creo que el Mundial está ayudando", agregó.
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El pequeño Boris Rojas Puchkariov también notó un creciente interés por el país de sus antepasados, por ejemplo, en todos los programas sobre las ciudades sede del Mundial que ha habido en la televisión uruguaya.
"Creo que gracias a que el Mundial ha sido en Rusia la cultura se está expandiendo un montón. Las fiestas acá en el Máximo Gorki han surgido más. La verdad a mí me gusta eso, está bueno, porque hay gente que no sabe cuál es la capital de Rusia y por ahí ahora sabe eso y otras cosas más", dijo.
Román Troián, el estudiante de intercambio proveniente de San Petersburgo y nacido en Siberia, reconoce que al llegar encontró "un mito ruso" en el pueblo uruguayo, con "otras visiones" sobre su país. Esto le ha parecido "muy interesante y muy extraño a la vez" y le ha permitido de cierto modo enseñar al respecto de su lugar de origen.
"La gente tiene esta imagen de la Siberia como algo tan lejano, lleno de osos, siempre llena de nieve, siempre. Y no es así. Sí, nieva nueve meses y es duro, pero no siempre. Yo explico que en Siberia hay verano y otras cosas. Al final, es muy interesante", concluyó el joven ruso.