Mientras las cámaras de todo el mundo filman tragedias previamente orquestadas en Siria para manchar los esfuerzos de Rusia contra el terrorismo, o buscan cómo sacarte las lágrimas en Palestina para lucrarse de tu dinero enviado a causas humanitarias, los yemeníes mueren cada día bajo en un absoluto silencio y una inquietante indiferencia del mundo.
Ahora mismo están muriendo más niños en Yemen por enfermedades prevenibles que por las balas y las bombas. Se calcula que muere un niño cada 10 minutos en Yemen por causas como la desnutrición, la diarrea, o infecciones respiratorias. O lo que es lo mismo, 144 niños pierden la vida todos los días por enfermedades para las que existe tratamiento.
Este es el saldo que se lleva la acción militar y el bloqueo de la coalición de países árabes liderada por Arabia Saudí y respaldada por EEUU. Pero rara vez escuchará hablar de esta alarmante situación en los principales medios de comunicación. ¿Por qué? Nazanín Armanian, un bloguero iraní, escribió para el periódico español Público un análisis en el que enumera cuatro causas que hacen que esta crisis es prácticamente ignorada por la opinión pública global.
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En segundo lugar, Armanian destaca el control que la casa real Saudí mantiene sobre los medios de comunicación.
"Desde que en octubre del 2016 varios grandes medios enviaran desde Yemen imágenes de niños esqueléticos y hogares bombardeados al mundo, la coalición empezó a denegar el permiso de entrada de los periodistas a Yemen bajo el pretexto de 'no poder garantizar su seguridad'. El 10 de febrero de 2017, el periodista de investigación de 35 años Mohamed Absi fue asesinado en Yemen. El 18 julio del 2017, la coalición impidió el vuelo de la ONU a Yemen por llevar a tres periodistas de la BBC a bordo", recuerda el bloguero.
Por su parte, el príncipe saudí Alwaleed bin Talal tiene una participación de 300 millones de dólares en Twitter, acciones en 21st Century Fox de Rupert Murdoch, es dueño de 4.300 millones de dólares de CitiGroup, la mayor empresa financiera del mundo, y patrocina los principales diarios árabes como Al Sharq, de Catar, Al Awsat, Al-Hayat y Arab News.
Es por todo esto, concluye Nazanín Armanian, que los analistas y comunicadores occidentales prefieren hablar sobre el derecho a conducir autos que las saudíes acaban de recibir, que de los crímenes de guerra en Yemen.
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Por cuarto y último, Nazanín Armanian apunta a la aparente "invisibilidad" que tienen los yemeníes respecto a otros refugiados del mundo. Contrario a lo que pasa en Libia o Siria, Yemen es como Gaza, una gran prisión en la que millones de desplazados no pueden salir del país. Sus aeropuertos y puertos están bajo la ocupación saudí y la frontera que comparte con el reino está amurallada.
Y ahí lo tenemos: el interés de la industria armamentista global, el control sobre los medios y grupos de pensamiento, la sumisión de la ONU y un mundo ciego ante el sufrimiento de aquellos que no son mostrados por la televisión. Todo esto hace posible que la mayor tragedia humanitaria del mundo no solo dure ya tres años, sino que se le permita empeorar ante la indiferencia del resto del mundo.