Se puede escribir sobre todo y hasta cualquier cosa absurda puede encontrar una cabeza para quedarse allí. (Francois Guizot, 1787-1874)
Inicialmente, esta campaña fue diseñada para consumo interno británico con el fin de desviar la atención pública de los severos problemas económicos que se avecinaban como consecuencia del Brexit —'divorcio' del país de la Unión Europea (EU)—, y, en especial, la obligación del pago de 100.000 millones de euros a Bruselas como compensación por la separación, que el país no tiene. Después, bajo la sugerencia de Washington, en cuyos brazos quedó atrapado Reino Unido, Londres decidió recurrir al modelo 'Rusiagate', muy de moda en EEUU.
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De esta manera, el completamente absurdo 'Rusiagate' recibió un nuevo espaldarazo ya a nivel mundial, abriendo paso a la expulsión de más de 100 diplomáticos rusos de los países satélites incondicionales de Washington. Hasta el presidente de México, Enrique Peña Nieto, quiso entrar en este juego para mostrar su lealtad a Donald Trump, pero fue frenado por la indignación de la opinión pública.
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Mientras tanto, se desató la histeria por el Gobierno británico alrededor del supuesto envenenamiento del excoronel del Servicio de Inteligencia Militar ruso (GRU) reclutado por el MI6, Serguéi Skripal, y de su hija Yulia. El Kremlin habría usado, según la versión de Londres, la sustancia neurotóxica militar Novichok A-234 el pasado 4 de marzo en la ciudad británica de Salisbury, lo que hizo por un momento olvidar al pueblo inglés que le esperan graves dificultades económicas al abandonar la Unión Europea.
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A todo esto hay que agregar que, en Reino Unido, la Casa Real, rodeada por una élite que tradicionalmente decide la política exterior del país y no el primer ministro o el pueblo, ha estado haciendo todo lo posible desde la Segunda Guerra Mundial para que los países europeos no tengan buenas relaciones con la URSS.
Para los estrategas británicos, lanzar su propio 'Rusiagate' en forma de 'Skripalgate' el pasado 4 de marzo fue también un momento ideal para intentar influir en los resultados de las elecciones presidenciales en Rusia, mostrando al presidente Vladimir Putin como un heredero siniestro de la KGB implicado en asesinatos.
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En el libro 'Empire of Secrets: British Intelligence, the Cold War and the Twilight of the Empire', Calder Walton escribió que no fueron los belgas los que organizaron el asesinato del primer ministro del Congo, Patrice Lumumba, sino los británicos con la ayuda de la CIA, bajo la dirección de la jefa de MI6 en Leopodville, Daphne Park, elevada posteriormente al título de baronesa por la Corona Real.
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Tomando en cuenta todos estos antecedentes del MI6, no es de extrañar que posiblemente los agentes británicos hayan sido los autores del envenenamiento de Serguéi Skripal y de su hija Yulia. En 2006 fue asesinado usando polonio el exteniente coronel de la KGB Alexandr Litvinenko, quien se escapó de Rusia en 1999 y trabajó desde entonces para el MI6.
En 2014, el padre de Alexandr Litvinenko, Valter Litvinenko, acusó al amigo de su hijo y de Berezovski, Alexandr Goldfarb, por el envenenamiento de su hijo con polonio por encargo de la CIA.
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Después de pasar cuatro años en una cárcel rusa, Skripal fue canjeado al Reino Unido en el 2010 y estableció su residencia en la ciudad de Salisbury, donde siguió asesorando al MI6 hasta el día de su envenenamiento. Lo interesante de este caso fue que el periódico británico The Telegraph reveló que el reclutador de Skripal, Pablo Miller, vive también en Salisbury, al igual que el autor del 'Dossier Ruso', Christopher Steele.
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Sin embargo, los especialistas de este laboratorio militar no lograron identificar exactamente la sustancia usada en el caso de Skripal y concluyeron que era un "agente nervioso de clase 'Novichok' o una sustancia relacionada con este agente", es decir, que no saben a ciencia cierta si es o no Novichok y por eso no presentan pruebas de ninguna clase.
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Así, sin pruebas concretas ni estudios científicos, Rusia fue acusada de ser un país paria que practica deliberadamente asesinatos de sus enemigos usando la sustancia neurotóxica Novichok.
Pero para los medios de comunicación europeos y estadounidenses, instruidos por sus respectivos 'Estados Profundos' y que están convenciendo a sus pueblos de que Rusia representa un peligro permanente, que fue el Kremlin quien orquestó el Brexit y que posteriormente influyó en las elecciones en EEUU, estos hechos no tienen ninguna importancia.
El caso Skripal ha sido utilizado deliberadamente como un excelente pretexto para distraer la opinión pública británica, europea y estadounidense, con un incremento del fervor antirruso.
Mientras tanto, nadie sabe hasta ahora qué fue realmente de Skripal y de su hija, que trabajaba en la Embajada de EEUU en Moscú y se movía libremente desde el 2010. Nadie sabe si están vivos o muertos, nadie los ha visitado, no hay fotos ni informes médicos, ningún periodista ha tratado de llegar hasta ellos, ni tampoco ningún diplomático ruso o de otros países han logrado verlos, pese a que padre e hija conservan su nacionalidad rusa.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK