Europa sigue con respiración asistida mediante un balón que tiene cada vez menos oxígeno. Tras el Brexit aprobado por los ciudadanos británicos en 2016 — a iniciativa de un arrepentidísimo David Cameron, quien en su momento decidió jugar con fuego y se quemó —, le siguió una sucesión de comicios en los que los partidos que reniegan de la Unión Europea en su actual formato, han ido ganando terreno.
Todo parece indicar que los ciudadanos europeos, hartos de las artes políticas y ¿diplomáticas? de la clase gobernante, decidieron armarse con papeletas y golpear cómo y dónde pueden, y donde puede comenzar a doler de verdad: en las urnas, donde están decidiendo dictar su ley, a falta de oídos que escuchen sus reclamos y reivindicaciones.
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Al respecto, el jurista y analista internacional David Romero Díaz, incide en que "el ciudadano europeo medio está viendo como su único balón de oxígeno, su única arma de resistencia es reivindicar el concepto de soberanía en todos los aspectos, y que viene determinado en que las políticas, el poder de decisión viene a emanar del pueblo y no de organismos internacionales supranacionales".
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El último envión en este sentido fueron las elecciones en Italia, sumándose a un rosario de países de gran peso a nivel del bloque, pero también global, donde claramente en porcentajes de votos, independientemente de la bandera partidaria, volvió a ganar el euroescepticismo.
Respecto a estas elecciones, "lo que ha supuesto en Italia el triunfo de estos movimientos políticos en los comicios, es la continuación de ese 'fantasma que recorre toda Europa', como remitía Carlos Marx. En este caso, movimientos euroescépticos o soberanistas-identitarios que buscan justamente, frente a la disolución del Estado-nación y del pueblo como sujeto de la soberanía nacional, reafirmar estos conceptos", concluye David Romero Díaz.