En ese sentido, según explicó a Sputnik el economista Sergio Candelo, las criptomonedas se asemejan a una suerte de 'iglesia' a la que se van convirtiendo de a poco cada vez más fieles a medida que las nuevas tecnologías se van consolidando en el mundo actual.
"Eso está pasando en cada uno de los mercados, donde vemos que ingresa la tecnología y hace algo disruptivo. Las criptomonedas son el 'Uber' del sistema financiero porque es un modelo que tiene la particularidad de no necesitar ningún intermediario", dijo el consultor.
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Esta nueva concepción de las unidades de valor desafía el actual esquema que rige en la economía, que "el banco central de cada país es el único emisor de moneda" en su territorio desde los años 70, cuando fracasaron los acuerdos de Bretton Woods. Estas resoluciones establecían al dólar como moneda internacional y la Reserva Federal de EEUU debía respaldar su valor en oro.
Con la caída de este consenso, dejó de existir esta convertibilidad. Ya no era más el oro el que daba valor a cada moneda, sino "la confianza en los bancos centrales". En algunos países, como en Argentina, el historial de crisis financieras y devaluaciones llevan a la gente a tener menos fe en el banco central de su país y buscan ahorrar o realizar ciertas transacciones en otras monedas más fuertes, "como el dólar o el euro".
"El dinero que creo que fue la religión que más unificó a la humanidad como tal, mucho más que creer en algún dios en particular", opinó el experto.
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El dinero, dijo Candelo, como sistema para facilitar el intercambio de bienes y servicios y evitar el trueque funciona de cierta manera como una "religión". Cada moneda tiene distintas "iglesias": algunas locales, como el peso argentino o el real. Pero otras son de escala global, como "el dólar, el euro o el yuan". Cada una de estas "iglesias" tiene un solo emisor, el banco central, que establece además las reglas de juego para otros intermediarios.
Pero con los bitcoins, u otras monedas similares, "directamente una persona tiene la propiedad de una criptomoneda, se la pasa a otra y por eso recibe un bien o un servicio", sin necesidad de una institución financiera que valide este proceso. No obstante, sigue siendo una cuestión de confianza: las personas la depositan en esta forma incipiente de valor.
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Los bancos centrales, que hoy se plantean el desafío de regular el mercado de las criptomonedas, ven amenazado su monopolio. Según el consultor, "es complicado ser juez y parte" en estas circunstancias.
"Claramente en un mundo de tantas transacciones y tantas personas está muy bien que haya alguien que regule, que evite los fraudes y demás cosas, pero el banco central hoy compite contra esa criptomoneda, por lo cual es muy difícil que ellos puedan ser los genuinos organizadores del nuevo modelo de la transformación digital que tiene hoy el dinero", aseveró.
Rusia sugiere crear zonas libres en el país para las criptomonedas https://t.co/ccIZbmxeY8 pic.twitter.com/3ykTbxO7eE
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 2 de febrero de 2018
De momento, el bitcoin, la criptomoneda más popular, está topeada en 16 millones de unidades que se elevarán gradualmente a 21 millones. Su valor total es de alrededor de un tercio del PIB de Argentina, una cifra todavía exigua en el contexto mundial. Pero si lograra captar más 'fieles' su relevancia podría crecer, hasta desbancar hipotéticamente al dinero convencional.
"Hoy el dólar es la moneda universal porque muchísimas transacciones se hacen en esa moneda. Si esas transacciones se hacen con criptomonedas, desaparecen las monedas y billetes como se los conoce hoy y la hegemonía de los bancos centrales", dijo Candelo, cuya empresa Snoop provee servicios de consultoría de desarrollo de aplicaciones y software a medida.
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"En esta cadena de cruzamientos, la definición de quién es el dueño de cada pedacito de esta cadena asegura por muchas fuentes que sea bastante improbable que alguien pueda fraguarlo", señaló el economista.
Según el experto, no solo los Gobiernos y los bancos centrales deben tomar nota de estos cambios, sino también las empresas y los particulares, que son los protagonistas de esta revolución.