Para Turquía, la cuestión está clara: los kurdos de Siria, representados políticamente por el Partido de la Unión Democrática (PYD), y militarmente por las Unidades de Protección del Popular (YPG) son aliados de los kurdoturcos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), al que combaten desde hace décadas y al que consideran una fuerza terrorista.
El presidente Recep Tayyip Erdogan manifestó la intención de crear una zona de seguridad en la porosa línea de demarcación entre la región de Rojava, bajo control kurdo, y Turquía.
La llamada Operación Rama de Olivo espera crear una zona de seguridad de 30 kilómetros a partir de la frontera y no se limitará a esa provincia. Según el mandatario turco, la zona de protección continuará hacia el este, hasta llegar al límite con Irak.
Estados Unidos actúa desde 2014 en el terreno, en alianza con las fuerzas árabe-kurdas. Washington quiere perpetuar ese vínculo y sus voceros anunciaron la creación de unas futuras "fuerzas de seguridad" en la zona kurda del norte de Siria, que estaría integrada en parte, según sus teóricos, por milicianos kurdos. El jefe de la diplomacia norteamericana, Rex Tillerson, lanzó la idea de que fuerzas norteamericanas —2.000 militares— acompañen en el futuro a los guerrilleros kurdos en la zona. Después, matizó sus palabras.
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Para Erdogan, el anuncio fue una justificación ideal. La Operación Rama de Olivo lanzó contra el YPG a las pro-turcas milicias del llamado Ejército Libre Sirio (ELS), una organización islamista anti Bashar Asad, formadas por miles de combatientes. Las tropas turcas apoyan desde el aire y desde sus tanques Leopard y M60, pero deja el cuerpo a cuerpo para sus aliados sirios. Para sus críticos, Ankara, con esta operación, impide rematar al moribundo Daesh y acentúa su alianza con otras fuerzas islamistas, próximas a la antigua Al Qaeda.
La respuesta de Washington a la operación militar turca fue moderada, como la del resto de sus socios de la Alianza Atlántica. Una cosa es la simpatía ciudadana por la causa kurda y otra la "realpolitik". Entre perder a un socio estratégico como Turquía o apostar por la causa kurda, el Departamento de Estado no dudaría.

El representante de los kurdos de Siria que defendía su causa hace pocos días en París, fue recibido por el expresidente francés François Hollande que, ahora, sin poder real, puede hacerse un selfi con un enviado kurdo. La reacción de Emmanuel Macron y su gobierno fue tan templada como la de Estados Unidos y la OTAN.
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Solo la Canciller alemana Angela Merkel, dio un paso más y suspendió la modernización de los 354 carros de combate Leopard vendidos al ejército turco entre 2006 y 2011. ¿Solidaridad con el pueblo kurdo? No. Simple acto de consumo interno ante la presión de los miles de alemanes de origen kurdo que pesan en la política local.
Para el Secretario de Estado la medida estaría destinada a "evitar el resurgimiento de Daesh", frenar las ambiciones de Irán en la región y mantener la presión sobre Bashar Asad, "para garantizar un futuro democrático en Siria".
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La Operación Rama de Olivo comenzó tras la visita a Moscú de responsables militares y de inteligencia turcos. El control aéreo de la zona de la región de Kojava depende de la aviación rusa y un acuerdo era necesario para evitar incidentes entre las partes. Rusia llamó oficialmente a la moderación a Ankara y las fuerzas kurdas, pero volvió a subrayar que la solución del conflicto en Siria se sustenta sobre "el mantenimiento de la integridad del territorio sirio y el respeto a la soberanía de ese país".
La ofensiva turca en el norte de Siria tenía lugar a menos de diez días del inicio del Congreso del Diálogo Nacional Sirio en Sochi (Rusia), que reúne a más de 1.500 delegados de todas las partes implicadas en el conflicto. La no participación de Turquía hubiera supuesto un golpe para la credibilidad de la reunión. Los representantes kurdos también han sido invitados.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 10 января 2018 г.
Sochi puede marcar un avance en el presente y en el futuro del país. Para ello, muchos esperan que Rusia pueda alentar al gobierno de Damasco a hacer concesiones que faciliten el diálogo y una solución negociada a una guerra que ha provocado centenares de miles de muertos y una desestabilización de la región que podría traducirse en una contienda mucho más grave.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK