Pocos esperaban escuchar estas declaraciones de una empresa como Apple, y ahora la compañía es sujeto de varias acciones judiciales en Estados Unidos, en Canada, en Israel y en Francia. También en Rusia.
Un golpe de estas características para una empresa que es conocida por el cuidado por los detalles, ha hecho que la empresa de tecnología con más fans incondicionales del mundo esté perdiendo millones.
Frustración total
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Ya en diciembre los clientes de Apple se encontraban además con una sorpresa: la compañía californiana reconocía que, efectivamente, reducía la velocidad de los terminales más antiguos con el fin de no fulminar las baterías, también antiguas y menos potentes. Un fin sin ninguna maldad pero que para algunos no es suficiente para justificar los medios. La avalancha de usuarios que veían cómo la leyenda sobre la reducción del rendimiento se convertía en realidad se le ha abalanzado a Apple. Y todos buscan que se les compense.
Se cuelga y no responde
"Yo hacía mucho que sospechaba que los fabricantes reducían el rendimiento de los teléfonos a sabiendas para tentarnos a nosotros, los consumidores, a comprar nuevos", dice a Sputnik Kliuchnikov, usuario de un modelo de iPhone que no precisamente figura entre los más nuevos. Su terminal comenzó a funcionar "de pena" en diciembre.
"En general, todas las funciones del teléfono funcionan. Puedo llamar, buscar por Internet, usar todas las aplicaciones… Pero tarda mucho en hacerlo y esas mismas aplicaciones a veces se cuelgan y se cierran de repente, incluido el navegador Safari", se queja Kliuchnikov.
De aquellos polvos vienen estos lodos
Con las críticas delante de sus narices, Apple intentó arreglar la situación. La empresa lanzó un programa en varios países para reemplazar la batería por una nueva pagando solo 29 dólares. Y otra ola de clientes se le vino encima: los propietarios de un iPhone se abalanzaron sobre las Apple Store exigiendo que cambiasen sus baterías con el descuento, algo que ha hecho que en muchas tiendas en EEUU haya tiempo de espera para conseguirla.
Es una pérdida temporal que la compañía podrá superar sin problemas, pero no está claro si sabrá hacer lo mismo con la crisis de confianza en la que se ha sumergido.
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Las empresas pueden tardar décadas en formarse una base de clientes fieles. Así que será interesante observar hasta qué punto la lealtad de sus fans se mantiene. Por su parte, los expertos en 'marketing' ponen al 'ejército' de fieles de la manzana una nota de diez sobre diez. A pesar de que sus terminales les tiren de los pelos.