Según un artículo publicado en la revista especializada Nature Neuroscience, el consumo excesivo de sal estimula la división de las células inmunes, algo que bloquea la producción de óxido nítrico, una molécula clave para nuestro cerebro y corazón.
Varias semanas después, el flujo sanguíneo en los cerebros de los roedores disminuyó considerablemente, asimismo, los niveles de memoria y reflejos también bajaron. No obstante, los investigadores no hallaron signos de inflamaciones u otros problemas en el sistema sanguíneo cerebral de los ratones.
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Según afirmaron los investigadores, estas células, a su vez, generan la citocina interleucina 17, que, por su parte, suprime la síntesis de las moléculas de óxido nítrico (NO). El monóxido de nitrógeno se encarga de numerosos procesos en nuestro organismo, en particular, del envejecimiento y la dilatación vascular.
Los biólogos estadounidenses explicaron que —ya que es imposible quitar por completo la sal, ya que contiene sodio y cloro, necesarios para el funcionamiento de las células nerviosas y el sistema digestivo— es posible agregar en la comida la llamada arginina —un aminoácido que ayuda a las células sintetizar óxido nítrico—.
"Los datos obtenidos demuestran cuán importante es el papel que desempeña nuestro intestino en el funcionamiento del cerebro", subrayó el líder del estudio, Giuseppe Faraco. Agregó que las costumbres alimentarias "pueden influir de manera negativa en los microvasos de nuestro cerebro, así como llevar a la demencia precoz".