En 2016, la mortalidad por sobredosis de opioides aumentó un 28%, costando las vidas de 42.000 hombres, mujeres y niños. Unos 2.6 millones de personas en Estados Unidos son adictas a opiáceos, lo que tiene consecuencias devastadoras. La esperanza de vida en el país se ha reducido dos años seguidos —lo que no había ocurrido desde principios de los 60—.
En el artículo, Michael R. Bloomberg —fundador del medio, exalcalde de la ciudad de Nueva York y actual enviado especial de la ONU sobre el desarrollo de las ciudades y el cambio climático— sugiere siete pasos que ayudarían a combatir la crisis de drogas estadounidense.
Los médicos deben reducir la cantidad de recetas de opiáceos sobre todo si se los puede sustituir por medicamentos no adictivos sin disminuir la eficacia del tratamiento. La formación de los médicos y las restricciones impuestas sobre las recetas permitieron que la cantidad de opiáceos prescritos bajara tras alcanzar su nivel máximo en 2010. No obstante, la cantidad actual representa una cifra tres veces mayor de la del año 1999 y cuatro veces mayor que el nivel actual europeo.
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Además, las aseguradoras y expertos en farmacología deben mejorar la supervisión de las recetas. Por ejemplo, el proveedor de fármacos estadounidense CVS Caremark impuso restricciones en lo tocante a las recetas para los opioides.
Las compañías farmacéuticas deben rendir cuentas por el suministro de opiáceos. Dichas empresas suelen hacer caso omiso del tráfico de medicamentos. Las autoridades locales entablan numerosas demandas contra los productores y distribuidores de opioides, sin embargo, la situación debe ser controlada a nivel federal.
No se debe estigmatizar los medicamentos con eficacia demostrada. Muchos políticos creen erróneamente que en cada caso los opiáceos tienen efectos narcóticos. No obstante, en numerosas situaciones los medicamentos solo sirven para curar.
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Además, algunos adictos a heroína son encarcelados sin que las autoridades les ofrezcan el tratamiento necesario que les permita poner fin a la adicción.
Es preciso que los datos estadísticos estén actualizados. En muchas ocasiones la información acerca de la utilización indebida y la sobredosis de opiáceos resulta ser obsoleta.
Una estadística fiel podría contribuir a que las autoridades locales y federales dispongan de herramientas más eficaces para controlar la crisis.
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Todas las medidas mencionadas requieren una investigación cuidadosa y unas inversiones considerables, admite el autor. Mientras tanto, las autoridades de EEUU no presentan planes claros aunque están dispuestos a otorgar la financiación, lamentó en conclusión.