El declive de la China imperial ante el Reino Unido se ve reflejada hoy en día en el auge de la China comunista ante la actual superpotencia anglosajona: EEUU. Al menos eso piensa el analista geoestratégico Greg R. Lawson en un artículo de opinión para The National Interest.
Londres usó el comercio de opiáceos para privar a China de su vitalidad y debilitarla, y cuando Pekín trató de resistir, desató dos guerras que sumieron al gigante asiático en un siglo de oscuridad plagado de conflictos civiles, intervenciones extranjeras y desarrollo castrado. Solo recientemente el gigante asiático salió de este letargo, escribe Lawson.
Hoy en día, "el heredero de la tradición [británica]" se enfrenta con una epidemia de opiáceos de envergadura alarmante. Y no solo se trata de una droga conocida, como la heroína, o un fármaco como la morfina, sino también de fentanilo —un opiáceo sintético mucho más fuerte y adictivo que sus antecesores—.
El autor no llega a afirmar que Pekín esté detrás de la epidemia en modo alguno —de hecho, los expertos estadounidenses echan la culpa a la industria farmacéutica y al narcotráfico como las causas principales de la crisis—.
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No obstante, Lawson no descarta que la potencia asiática, que ya prohibió la fabricación y la venta de varios tipos de fentanilo en su territorio, "no pretenda que sus medidas sean muy eficaces" para frenar la crisis en su principal rival.
"Una nación que pierde su vigor debido a una adicción y una división interna representa una menor amenaza en el escenario internacional (…) China lo sabe mejor que la mayoría de las naciones", concluyó Lawson.