"Yo prefiero trabajar vendiendo mi cuerpo antes que ver a mi hija comiendo de la basura o que se acueste sin comer, porque eso sería muy triste", dijo la joven de 30 años para argumentar su oficio.
El olor a cigarro y a aguas negras, es lo primero que se percibe en la pensión, donde familias numerosas viven en habitaciones que no superan los 10 metros cuadrados.
En un pequeño cuarto sin ventanas reside Juana junto a sus dos nietos, un hijo y su pareja.
Solo tienen para dormir una cama matrimonial y justo a un lado una pequeña cocina eléctrica de dos hornillas.
"Somos cinco personas en una habitación, en una cama matrimonial y pago alquiler diario", expuso.
La caída del precio del petróleo, que representa más del 96% de los ingresos de Venezuela, ha dejado al país asfixiado con el pago de una deuda que ronda los 150.000 millones de dólares, un escenario en el que niños y familias numerosas son los más vulnerables.A esta situación se suma el acoso financiero por parte de países como Estados Unidos y Canadá.
El pasado 25 de agosto el Gobierno de EEUU aprobó sanciones que impiden al Gobierno venezolano y a su principal empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), hacer negocios con los bonos de su deuda.
El presidente Nicolás Maduro aseguró las últimas sanciones de Estados Unidos son "la peor agresión a Venezuela en los últimos 200 años".
"Quizás Estados Unidos está tratando de promover una crisis humanitaria en nuestro país ¿Qué quieren? ¿Quieren matar a los venezolanos de hambre?", acotó el mandatario en una cadena ofrecida el mismo día que el Gobierno de Donald Trump, lanzó las medidas contra Venezuela.
6 días a la semana
De lunes a sábado, cerca de las 19:00 hora local (23:00 GMT) un taxi pasa recogiendo a Juana por la pensión donde reside. A las 20:00 (00:00 GMT) debe estar en el burdel junto a su hija, que vive en un hotel de la avenida Lecuna, en el centro de Caracas.
Las mujeres se preparan para una jornada de 7 horas laborales, en la que deben convencer a los clientes de acompañarlas a una habitación por una hora, si quieren ganar 100.000 bolívares (1 dólar de acuerdo a la tasa del mercado negro, por el cual se rigen la mayoría de los comercios).
Entre el pago de la habitación que supera los 30.000 bolívares y el taxi diario por el cual pagan 40.000, Juana y Juanita, aseguran que es un lujo cuando pueden comer carne o pollo.
Y es que, el kilo de carne ronda los 210.000 bolívares y el de pollo 170.000.
"Por lo menos un kilo de carne está caro y no le voy a dar una cucharada de carne, por lo menos tengo que servirle un bistec, es muy rara la vez cuando ellos (sus hijos) comen carne", contó Juanita.
La mayoría de las personas ven la prostitución como un oficio fácil, asegura Juana, pero destaca que aunque se gana más dinero que con un trabajo regular, en su mundo no hay cabida para los lujos ni comodidades.
"La alimentación que tengo de verdad (es mala), si como un pedacito de queso hoy, ya mañana bueno tengo que decir ¿qué como mañana?, porque es mentira que te voy a decir voy a ir a la carnicería a comprar un kilo de carne, porque está muy cara", añadió.
Fractura familiar
Juanita tiene cinco hijos, pero solo dos, los de su primer matrimonio, viven con Juana, su madre.
Mientras, los tres más pequeños, de su segunda pareja, están con su abuela paterna, quien logró quitarle la custodia por medio de un juzgado al enterarse la profesión que ejercía.
"La verdad, me siento súper mal, porque lo que más me gustaría a mí sería estar con mis hijos, los tres que me quitó su abuela por parte de papá, porque ella supo que yo estaba trabajando en un burdel y me juzgó, eso fue horrible, me hizo todo lo posible, me quitó a los niños y es bastante difícil", añadió.
Cuando la situación económica de Venezuela empeoró el padre de los tres pequeños decidió migrar de Venezuela hacia la capital dominicana, Santo Domingo, con la promesa de trabajar en la isla caribeña, para enviarles dinero a sus hijos.
Juanita lleva una doble vida, explica que decidió quedarse la mayor parte de la semana en un hotel y no en la habitación con sus hijos, por temor a que descubrieran a qué se dedica y de algún modo también los alejaran de ella.
"Yo le digo a mis hijos que no puedo estar con ellos, porque le digo que trabajo en una casa de familia como interna que salgo una vez a la semana a veces puedo salir dos y los puedo ver y en realidad no vivimos en la misma habitación, porque es muy pequeña, mi mamá vive con ellos y yo tengo que irme a un hotel y poder descansar", apuntó.
Explica que a sus otros tres hijos no puede verlos ni llamarlos, debido a una orden de alejamiento emitida por un tribunal tras las denuncias de su ex suegra.
Inflación galopante
Con la caída del precio del petróleo, comenzó la escasez de alimentos y el incremento del costo de la vida.
Juana cuenta que a finales de 2015 tomó la decisión de convertirse en dama de compañía; y que antes trabajaba como encargada de una peluquería.
"Yo fui encargada de una peluquería diez años, pero a raíz de que se puso todo muy caro, le subieron el alquiler a mi jefa, y los productos subieron demasiado, ella decidió cerrar el local, y yo me quede desempleada", contó.
La mujer de 50 años quedó desempleada y su hija, también sin trabajo, debía asumir el rol de padre y madre, ante el abandono de su esposo, justo cuando se comenzó a sentir en Venezuela las principales consecuencias del descenso en el ingreso de divisas: la inflación y la reducción de la importación.
El 2015, fue la última vez que el Banco Central de Venezuela publicó la tasa de inflación, año en el que cerró en 180,9%, desde entonces se desconocen cifras oficiales.
En medio de esta situación con sus nietos e hija a cuestas, Juana entró a trabajar en un burdel como personal de mantenimiento, pero a los días le ofrecieron trabajar como prostituta.
"Me desesperé buscando donde trabajar, y llegué a trabajar en ese local como mantenimiento, pero como tampoco me alcanzaba para ayudar a mi hija y a los niños porque la comida estaba más cara (…) decidí trabajar como dama de compañía pues, prostituta", afirmó.
Unos meses más tarde su hija se incorporó al mismo trabajo.
"Yo lo decidí porque yo le dije a ella que no podía, que no recibía ayuda, y ella era la que me ayudaba y le dije que me llevara un fin de semana a ver cómo me iba, yo vi que me iba bien y decidí trabajar y vi que mis hijos, por lo menos no se acostaban sin comer", agregó.
Juanita aclara que no vive una vida de lujos, explica que trabaja para que sus hijos se coman "aunque sea un huevo al día, un poquito de queso en la mañana", y asegura que algunos días debe dejar de comer para que ellos puedan hacerlo.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, atribuye esa crisis a la "guerra económica" que, sostiene, ejecuta la oposición con el apoyo de Estados Unidos para derrocarlo.
Por ello, el mandatario anunció el pasado 5 de enero la reactivación del sistema del Sistema de Divisas de Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom) el cual, señaló, tendrá como objetivo hacer frente a la arremetida financiera de la oposición.
"El nuevo Dicom necesita una reactualización (…) el centro de todo esto es derrotar la guerra económica implementada por Dólar Today, Dicom es para darle más estabilidad a la economía, para regular los precios que están inflados por razones políticas desde Miami, los vamos atajar, más temprano que tarde los vamos atajar", comentó.
Venezuela y la prostitución
En la nación del norte de Suramérica no existen instrumentos legales que prohíban o autoricen la prostitución de forma expresa.
La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida sin Violencia, solo reseña las personas que incurran en el delito de trata de personas, serán castigadas con 20 años de prisión.
De acuerdo con la versión de funcionarios policiales de la capital, que prefirieron no ser identificados, en el centro de Caracas funcionan más de 40 prostíbulos de diversas categorías.
Además, en sectores como Plaza Venezuela y Sabana Grande del municipio Libertador de Caracas, y la zona financiera del Rosal, municipio Chacao, es frecuente ver mujeres con sus cuerpos expuestos deambulando por las calles en busca de clientes, estas cobran menos de un dólar (según el precio paralelo) por 40 minutos de sus servicios.
Si bien la prostitución existe en Venezuela mucho antes de que los precios del crudo cayeran estrepitosamente, mujeres como Juana y Janita aseguran haberse visto obligadas a vender sus cuerpos como consecuencia de la situación que actualmente atraviesa la nación caribeña, que de acuerdo con su Gobierno, es blanco de un acoso financiero.