"Las Fuerzas Armadas rusas están atravesando un periodo de transformación en el que dan la mayor prioridad a su rearme con armas sofisticadas de alta precisión", dijo.
En el país árabe, los sistemas de misiles Iskander fueron utilizados para eliminar los blancos de mayor importancia. Su precisión, alcance y seguridad aseguran su funcionamiento incluso cuando el enemigo emprende contramedidas utilizando cazas y sistemas de defensa antiaérea.
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El Iskander-M tiene un alcance de 500 kilómetros. Un misil balístico lanzado por este sistema puede alcanzar una velocidad de entre 2.100 y 2.600 metros por segundo. En caso de ser necesario, el proyectil podría ser redirigido directamente en pleno vuelo. Gracias a su alcance, el misil puede sobrevolar todo el territorio de Siria y, además, es capaz de impactar con sus misiles mucho antes de lo que podría hacerlo un avión, que tiene que despegar y acercarse al blanco.
Su alcance es de 5.000 kilómetros y los vídeos grabados por distintos drones evidencian que los proyectiles impactan directamente sobre todos sus blancos. En 2017, los Kh-101 destruyeron las infraestructuras enemigas en la ciudad siria de Deir Ezzor.
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La experiencia acumulada en Siria ayudó a Rusia a desarrollar su nuevo misil aire-tierra. La corporación Tactical Missiles Corporation (KTRV) está trabajando para construir una versión reducida del Kh-101, codificada como Artículo 715 o 9-A-2362, que será utilizada por aviones como el Su-34, el Su-30, el Su-35 y el Su-57.
El misil hipersónico Tsirkon, que alcanza una velocidad de 7.400 kilómetros por hora, también fue probado en 2017. Gracias a su rapidez, el enemigo no tendrá tiempo de reaccionar. Está previsto que empiece a producirse en 2018.