Existe documentación desde hace casi 1.700 años que apunta que los peregrinos sentían la necesidad de conocer la gruta de Belén donde, según la tradición, nació Jesús, y sobre la que la emperatriz Elena, madre de Constantino, mandó construir una iglesia cuando visitó el lugar.
Belén fue una ciudad de mayoría cristiana hasta el establecimiento de Israel en 1948, cuando los israelíes expulsaron masivamente a los palestinos de sus hogares. Hoy la población de Belén es mayoritariamente musulmana, aunque el alcalde, Anton Salman, es cristiano. La dirección palestina ha determinado que el alcalde de Belén sea siempre cristiano.
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"A pesar de la ocupación y de los inconvenientes que causa a la población, Belén quiere enviar al mundo un mensaje de esperanza, y particularmente quiere enviar a los palestinos un mensaje de esperanza", recalca el alcalde de Belén. "Durante la navidad de este año esperamos a 30.000 peregrinos".
"Otra cuestión que nos preocupa como palestinos es que no se nos permite entrar libremente en Jerusalén, algo que debería cambiar, para que todos pudieran visitar los santos lugares de Jerusalén. Ser cristiano significa ante todo ayudar a los demás y trabajar para que haya justicia en el mundo", dice el padre Massad en alusión a Donald Trump.
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Israel está separando Belén de Jerusalén mediante varias colonias judías. La distancia entre las dos ciudades es de apenas 5 kilómetros, pero entre ellas se interponen algunas colonias como Har Homa, establecida por el actual primer ministro Benjamín Netanyahu en los años noventa, durante su primer mandato.
"Palestina es una tierra rica en herencia cultural, religiosa y arqueológica, que ofrece numerosas oportunidades para el desarrollo del turismo. Fue uno de los primeros destinos turísticos de la historia, y hoy el sector turístico es una parte estratégica del desarrollo palestino", dice el alcalde Salman.
Las consecuencias de esta medida son muy graves para Palestina, porque los guías israelíes que acompañan a los turistas cristianos europeos visitan solamente la Basílica de la Natividad de Belén y acto seguido regresan a Jerusalén. Se trata de un turismo que no contribuye al desarrollo del sector en las poblaciones palestinas.