"Los críticos del proyecto [de una Europa federal, presentado por el líder de los socialdemócratas alemanes Martin Schulz] los llaman 'el dominio alemán' o hasta 'el Cuarto Reich' mientras los periodistas estadounidenses sospechan que se esté creando un mecanismo para arrebatar a EEUU el papel de líder del llamado mundo libre", escribe Iván Danílov, economista y columnista de Sputnik.
El descontento de la OTAN y de los militares estadounidenses y británicos demuestra que los altos cargos de la Alianza entienden bien que PESCO "es una herramienta para disminuir la influencia estadounidense en Europa".
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"Todos los políticos europeos —Macron, Merkel, Schulz, Juncker, Tusk— se pronuncian en favor de una integración más estrecha. Lo que no tienen todavía es la fórmula concreta para esa integración", valora el autor.
Un superestado europeo
Para "convencer" a los miembros de la UE de sacrificar su independencia, se prevé emitir valores destinados a apoyar las regiones menos favorecidas del bloque: los países más ricos pagarán por apoyar a los más atrasados.
Alemania, el país más fuerte económicamente de la región, claramente está en contra de esta variante.
La canciller alemana Angela Merkel y sus partidarios conservadores prefieren otro escenario, según Danílov.
El enfoque de Berlín radica en un paulatino avance contra las libertades económicas y militares disponibles para los países miembros hoy, y la gradual sumisión de los socios europeos menos fuertes mediante el estricto control fiscal y sobre el ritmo de endeudamiento.
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Washington, frustrado
Ambos escenarios discutidos provocan una reacción negativa de Washington, no interesado en que Europa se consolide bajo el control alemán.
"EEUU apoyaría plenamente un Estado federativo europeo si se pudiese lanzar una Europa unida para aislar a Rusia económicamente o, como medida extrema, como un medio de agresión militar. Pero Berlín se niega a aislar a Moscú y da luz verde al proyecto del gasoducto Nord Stream 2, lo que no le gusta a EEUU para nada", explica el autor.
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Por si fuera poco, EEUU perdería la capacidad de influir en los procesos políticos europeos mediante sus clientes: Polonia y los países bálticos.
Rusia, con un leve optimismo
La experiencia histórica de Rusia con cualquier tipo de 'una Europa unida' ha sido mala. Cada vez que el continente se unía bajo un único mando, los países europeos se lanzaban en una guerra con Rusia, recuerda Danílov, haciendo referencia a las invasiones de Napoleón y Adolf Hitler.
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"Mientras que Berlín se dé cuenta de la potencia militar de Rusia y cobre beneficios de ser el centro de distribución del gas ruso, la centralización de Europa bajo 'el dominio alemán' supone más ventajas que desventajas a Moscú", concluye el experto.
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