Se hacen "la pregunta de por qué Dios permite estas realidades", admitió Mestre.
Nombrado por el papa Francisco máximo representante de la diócesis de Mar del Plata el pasado mes de julio, el prelado recibió el viernes en la Base Naval de esta ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires a un grupo de oración que se había acercado por solidaridad con las familias.
Al llegar al comando naval, el centenar de personas que componían el grupo de oración rezaron junto al obispo el último misterio del rosario que venían recitando desde el inicio de la romería.
Desconcierto ante la fe
Casi todos los días, Mestre se aproxima a la Base Naval donde se esperaba la llegada del submarino San Juan, en cuyo interior viajan 43 hombres y una mujer.
"Ellos dialogan sobre sus inquietudes, sobre su desesperanza ante una situación de este tipo", indicó el religioso.
Al no tener una explicación, la respuesta de Mestre evita "palabras técnicas y precisas", mientras intenta aconsejar "que sea cual sea la situación, cada uno en la medida que tenga fe, abra el corazón a Dios".
"Mi tarea es pastoral y espiritual, no me meto con lo técnico", aclaró.
Al ser obispo de Mar del Plata, "no tengo dificultad en ingresar a la base y estar en contacto con las familias que así lo desean".
Con las autoridades de la Armada, en cambio, no ha tenido "un diálogo particular con ellas, más allá de saludarlas y acompañarlas a ellas también con la oración, porque tienen una tarea muy difícil", sostuvo.
Fotos: La búsqueda del submarino ARA San Juan
Tras asegurar que "la fortaleza de la fe todo lo puede", el obispo mencionó a "personas que han pasado situaciones en el marco de la guerra, de distintas crisis, de accidentes, y que han terminado quedando fortalecidos no sin dolor".
El proceso a veces es muy difícil y puede llegar a ser largo, "pero es como yo, hombre de fe y obispo católico, animo a que lo lleven adelante".
"Hay personas que pierden las esperanzas, y que inicialmente se enojan y tienen una actitud de bronca interior, pero después de unas semana o unos meses hacen un camino que les permite recupera la perspectiva de la fe", sostuvo.
Incógnita
Sobre el desenlace del submarino que transporta a los 44 tripulantes, el obispo mantuvo su cautela.
"Obviamente al pasar el tiempo, como persona normal, siento que las esperanzas se van desvaneciendo, pero no tengo elementos para hacer un juicio final y menos para dar la última palabra", concluyó.
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El 15 de noviembre a las 7.30 (10.30 GMT), el buque comunicó que se encontraba a 432 kilómetros de la costa a la altura del Golfo de San Jorge (sureste), tres horas antes de que se registrara una explosión atribuida al navío por la propia Armada, que sigue buscando a los tripulantes con la ayuda de trece países, incluido Rusia.