"Los submarinos se crearon para no ser encontrados, la ocultación es su principal característica; eso dificulta mucho nuestro trabajo", aseguró en rueda de prensa el capitán de Mar y Guerra de la Marina de Brasil, José Américo Alexandre Dias.
Al contrario de lo que ocurre con los aviones, el seguimiento de los submarinos no es continuo: desde tierra no se sabe en todo momento su localización y el alcance de las ondas de radio bajo el mar es limitado.
Aun así, el submarino argentino desaparecido hace una semana cuenta con varias formas de dar señales de vida aparte de los sistemas convencionales telemáticos que podrían haber fallado: desde lanzamientos de humo y fuegos de artificio hasta simples ruidos.
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"Cuando el submarino verifique que hay un sónar (de una embarcación cercana) emitiendo, procurará emitir el mayor sonido posible para que el medio en superficie pueda detectarlo; cualquier ruido en el submarino puede ser detectado", explicó Alexandre Dias, quien puso como ejemplo unos simples golpes en el casco.
"Tan sólo la Marina argentina puede establecer hasta qué momento seguirá buscando antes de tomar la decisión de asumir que el submarino está posado en el fondo marino", añadió en esa misma rueda de prensa el capitán de fragata Leonardo Braga Martins.
Por el momento, mientras dure la búsqueda, Brasil apoya a Argentina por mar y aire: la Marina desplegó tres embarcaciones, la fragata Rademaker (F-49), el barco de socorro submarino Felinto Perry (K-11) y el barco polar Almirante Maximiano (H41).
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Además, la Fuerza Aérea Brasileña participa en las tareas de búsqueda con las aeronaves SC-105 Amazonas y P-3AM Orion.
El 15 de noviembre, el sumergible señaló su última posición a 430 kilómetros del punto más cercano de la costa de la Península Valdés, frente al sureste de Argentina, cuando navegaba en aguas del Atlántico desde la ciudad austral de Ushuaia a su apostadero habitual en la Base Naval de Mar del Plata (este).
