El ministro de Economía y Hacienda, Henrique Meirelles, asumió que los cambios realizados harán que el ahorro para las cuentas públicas sea menor, pero pidió que se mantenga un porcentaje "sustancialmente por encima del 50%" del ahorro que se preveía inicialmente, dijo en rueda de prensa.

Según el secretario de Estado, el porcentaje estará garantizado si no se tocan dos puntos esenciales: una edad mínima para la jubilación de hombres (65 años) y mujeres (62 años), un periodo de transición entre el actual modelo y el futuro y la máxima unificación posible de los sistemas de pensiones público y privado.
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El diputado relator de la reforma en la Cámara de Diputados, Arthur Maia (del Partido Popular Socialista, aliado de Temer) declaró este jueves que las edades mínimas se mantendrán, tal como quiere el Gobierno, pero a cambio el nuevo texto no aumentará el tiempo mínimo de contribución para recibir la pensión completa.
Tampoco se modificarán las reglas del Beneficio de Prestación Continua (BPC), una ayuda que se otorga a ancianos, portadores de deficiencias con pocos recursos y trabajadores rurales.
El diputado encargado de preparar el nuevo borrador también avisó de que si la reforma no se aprueba antes del 15 de diciembre será muy difícil que entre en vigor.
A partir de enero los partidos empiezan a prepararse para las elecciones de octubre de 2018 y es probable que aumente el número de parlamentarios reacios a dar su apoyo a una reforma que es rechazada por buena parte de la opinión pública.
La reforma del sistema de pensiones es la principal medida económica pendiente del Ejecutivo, que ya consiguió aprobar una polémica reforma laboral y una enmienda constitucional que congela el gasto público en los próximos 20 años.