Krasuja-4 y Moskva-1 se basan en unos principios novedosos que no habían sido utilizados antes en la ingeniería de radio. Ahora no se necesitan conjuntos grandes de antenas para suprimir las señales de radio en todo su espectro ni potencias enormes para crear interferencias.
Los medios modernos de detección y procesamiento permiten recibir una copia exacta de señales y crear una similar mediante el cambio de ciertos parámetros en su estructura. Una señal falsa en forma distorsionada regresa al enemigo. Este método se denomina 'interferencia no energética'.
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Por medio de señales de radio, el sistema recopila información sobre las fuentes de ondas electromagnéticas en cierta área: aviones, radares, dispositivos de autoguiado de misiles, transmisores de radio. Si es necesario, el Moskva es capaz de transmitir instantáneamente los datos a la estación de supresión para bloquear el objeto de manera más apropiada. Cada sistema trabaja con nueve generadores de ruido y es capaz de bloquear los canales de control en caso de un ataque masivo del enemigo.
El sistema Krasuja-4, también basado en elementos digitales, protege los puestos de mando, grupos de tropas, instalaciones administrativas e industriales tanto de los trabajos de inteligencia como de una agresión directa.
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En 2015, el Krasuja fue desplegado en la base aérea Hmeymim en Siria. Su uso en el país árabe demostró la superioridad de Rusia sobre los medios de guerra electrónica de EEUU.
"Estados Unidos no ha estado progresando en los medios de guerra electrónica al mismo ritmo que han ido surgiendo las amenazas", reconoció el teniente general estadounidense Edward Cardon.
"La gran diversidad y el carácter avanzado de las capacidades rusas de guerra electrónica puede representar un serio desafío para las fuerzas estadounidenses y de la OTAN", concluyó Samuel Bendett.