La excusa o lema de la reunión de este año, celebrada entre los días 24 y 26 de agosto, fue 'Fomentando una economía global dinámica'. Pero lo que fomentaron fue el ataque contra el inquilino de la Casa Blanca, y el secretismo. El evento contó con la asistencia de los gobernadores de los principales bancos centrales, demás autoridades, y también de académicos.
De quienes más se esperaba, y se especulaba con sus palabras convertidas en anuncios, era de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, y del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
Pero decidieron que era mejor desviar su verborrea contra el Despacho Oval. Acaso los disparos contra Trump, ¿fueron genuinos, o fue una hábil maniobra de distracción por parte de los jefes de los bancos centrales de Europa y EEUU, para no mostrar sus cartas? Puede que sea una combinación de ambas.
Lo cierto es que la expectativa era alta para saber por dónde irán los tiros, pero no los que se efectúan contra Trump, sino en política monetaria mundial. Pero ni Yellen, ni Draghi, encendieron la luz que ilumina el camino que recorrerán para apuntalar la recuperación económica. Lo que ocurrirá con los tipos de interés en EEUU, o los planes de estímulo en Europa, fueron preguntas que quedaron sin respuestas.
El economista argentino Luis Palma Cane admite que "la realidad y la sorpresa fue que ni Yellen, ni Draghi, mencionaron siquiera estos temas, y se refirieron a temas conceptuales de la macroeconomía. Yellen en general habló de las virtudes de la regulación financiera que impuso la FED después de la crisis 2008-2009 para evitar que la burbuja se siguiera expandiendo, y Draghi habló de la importancia del comercio para mejorar la productividad y el crecimiento de la economía global".
En este sentido, el economista argentino sostiene pudo haber "algún tipo de combinación de esos discursos (de Yellen y Draghi), medio entre líneas. Pero evidentemente hubo algún tipo de coordinación, porque si bien Draghi no hizo el centro de su conferencia el tema de la desregulación, fue muy claro también en el sentido que una regulación laxa puede afectar la estabilidad del sistema financiero. Estaba diciendo lo mismo que Yellen pero de una manera un poco más leve".
Pero no se quedó allí quien es conocido en Europa como Super Mario. Desoyendo el Trump-mantra que sentencia "América Primero", el presidente del BCE llamó a "resistir los impulsos proteccionistas" al observar que la "apertura comercial está amenazada" y que eso impactará en el crecimiento mundial.
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Así, en medio de la refriega, Draghi se dio un tiro en el pie. Ni siquiera hizo falta del fuego amigo de Yellen para que sus palabras, combinadas con sus silencios, le hicieran perder una batalla no confesa en esta reunión que los enfrentaba a ambos.
Y es que el hecho de que Yellen no haya dado pistas sobre los próximos movimientos de la FED respecto de nuevas subas de tasas, fue entendido por el mercado como un gesto de mayor gradualismo. Mientras, muchos analistas esperaban que Draghi defendiera sus políticas expansivas o se refiriera a la necesidad de tener un euro "barato". Al no hacerlo, el euro se apreció.
Si pelear por la debilidad de sus correspondientes divisas era el objetivo de Yellen y Draghi en Jackson Hole, la estadounidense salió claramente ganadora.
"Fue un coletazo porque todo el mundo esperaba que Draghi hiciera una referencia al problema que estaba teniendo la eurozona con la ‘sobrevaloración’ que estaba teniendo el euro. Al no decir nada del tema sobre la problemática que tiene la competitividad de las exportaciones de la euroárea, precisamente por la sobrevaloración del euro, dio pie a que se interpretara que no estaba en contra de esa valoración del euro, y por lo tanto el euro se volvió a disparar. No fue esa la intención de Draghi, pero el mal ya estaba hecho", sentenció Luis Palma Cane.