"El presidente Moreno está dando señales muy claras de que no va a ser un títere ni un guardaespaldas de Rafael Correa", dijo Acosta a esta agencia.
"Han sido unos días donde se han sucedido hechos de una manera vertiginosa, sorprendente, y en algunos casos positivos", observó Acosta.
El enfrentamiento con Correa y la decisión de quitar sus funciones constitucionales al vicepresidente Jorge Glas han marcado estos poco más de tres meses de Moreno al frente del Palacio de Carondelet.
Semanas atrás, el Gobierno entregó en calidad de préstamo y por el plazo de un siglo la sede histórica de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), medida que Correa calificó de "innecesario desaire" para con su administración.
A fines de 2014, Correa había tomado la determinación de retirar el comodato del inmueble, que la organización utilizaba desde hacía más de 20 años.
Vicepresidente sin funciones
A principios de agosto Moreno eliminó las funciones de Glas como vicepresidente de la República asignadas al inicio de su mandato a través de un decreto ejecutivo, coronando una evidente ruptura al interior de Alianza País.
Para Acosta, quien presidió la Asamblea Nacional Constituyente entre 2007 y 2008 durante la primera administración de Correa, el distanciamiento de Moreno con Glas era "indispensable, debido a la cantidad de acusaciones de corrupción sobre el vicepresidente".
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El 29 de agosto, la justicia ecuatoriana dispuso el cierre de fronteras para el vicepresidente Glas, atendiendo la solicitud de la Fiscalía que lo investiga por presunta asociación ilícita en el caso de la constructora brasileña Odebrecht.
"Hay que resaltar la decisión del presidente Moreno para enfrentar los hechos de corrupción que han aparecido de manera masiva al terminar la gestión de Correa", dijo Acosta, quien supo ser uno de los hombres de confianza del exmandatario y hoy es uno de sus mayores críticos.
La economía servida
Poco antes de la asunción de Moreno, el hombre que dejaba el Gobierno tras una década señalaba que dejaba "la mesa servida" a la nueva administración, en referencia a la situación económica del país.
En una de sus primeras cadenas televisivas, Moreno reveló que la deuda pública total que tiene el país representa 55% del Producto Interno Bruto, que ronda los 100.000 millones de dólares, y que recién a fines de 2016 presentó una leve recuperación tras cinco trimestres consecutivos en caída.
"No hay tal mesa servida, esa es la pura y neta verdad", dijo el presidente a mediados de julio, reconociendo la precaria situación de la economía local.
Según datos del Banco Mundial, Ecuador crecerá 0,6% en 2017.
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Según Acosta, economista de profesión, la política económica del nuevo Gobierno se mantendrá en la misma línea que la impulsada por Correa en su decenio como presidente.
No obstante, el especialista advirtió sobre la reciente decisión de Moreno de entregar a la banca privada la totalidad de las operaciones de dinero electrónico.
"Si la banca con Correa obtuvo los mayores beneficios, las mayores utilidades de toda la historia republicana, ahora tendrá la posibilidad de seguir acumulando con mucho más poder que antes", dijo Acosta, quien agregó que le "preocupa sobremanera" la decisión tomada por el jefe de Estado.
También Correa cuestionó la iniciativa de Moreno, calificando a la actual administración como "el gobierno de los banqueros".
Varias encuestas de opinión realizadas a propósito de los primeros 100 días de Gobierno de Lenín Moreno muestran que el presidente tiene un índice de aprobación de alrededor de 80%, uno de los niveles de aceptación más altos de las últimas tres décadas.