A pesar de haber alcanzado su momento más grave desde la Guerra Fría, hasta el día de hoy ambos países colaboran en proyectos conjuntos, incluyendo aquellos de los que puede depender el futuro de la humanidad, explica David Filipov para The Washington Post
Otro hito en la historia de la no proliferación de las armas nucleares se alcanzará la próxima semana, cuando Rusia y Estados Unidos celebren la apertura en Kazajistán del primer 'banco' del mundo de uranio de bajo enriquecimiento, proyecto que les permitirá adquirir uranio para producir energía nuclear, sin necesidad de construir una empresa especial, que también pueda ser usada para producir armas nucleares.
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Los dos países han tenido varias veces conflictos contradictorios con respecto a la gestión de la guerra en Siria. Si en una ocasión la coalición dirigida por Estados Unidos bombardeó las posiciones del aliado de Moscú (el presidente sirio Bashar Asad), en otra, se pusieron de acuerdo para aliviar zonas de conflicto. Sin embargo, esto no nos debe dar muchas esperanzas de que acaben las tensiones entre los dos países, argumenta el autor del artículo.
Una de las principales causas de tal antagonismo ha sido la situación en Ucrania. EEUU nunca perdonó a Rusia su decisión con respecto a Crimea en 2014, aunque luego Washington ampliara las sanciones por la supuesta injerencia rusa en las elecciones de EEUU y por sus acciones en Siria, destaca David Filipov.
En otras áreas de colaboración, desde 2010, científicos rusos y estadounidenses han estado trabajando juntos para proteger a los osos polares. Durante la Guerra Fría, incluso, los intercambios culturales entre Rusia y Estados Unidos continuaron.
En cuanto a la carrera espacial, los astronautas estadounidenses siguen siendo enviados a la Estación Espacial Internacional desde el cosmódromo ruso, ya que el programa de transporte estadounidense se canceló en 2011.